Hola!
El pasado sábado, poco después de las 9 de la mañana, comenzábamos a descender los escalones de la larga escalera hasta llegar junto al mar. A nuestra izquierda, y pasando junto al pequeño puertecito pesquero, queda el conocido y hermoso caló des Moro, a nuestra derecha, hacia donde nos dirigimos, la diminuta cala de s'Almunia hoy casi desprovista totalmente de arena no llama a darse un baño entre piedras y alga a pesar, incluso, del soleado día que se viene levantando.
Después de tener nuestras primeras dudas sobre cual es el camino correcto... ¿ahora ya?... siguiendo un senderito que nace tras la playa y entre pinar y...basura a montones, vamos ascendiendo hasta alcanzar la altura de la roca del litoral, apenas unos 60m de desnivel (si llega) sobre el mar que será lo máximo a lo que nos tendremos que esforzar, pero aún así la señora del grupo lucía su cara de falta de oxígeno habitual que sólo cambia al aparecer... sí sí... ¡las orquídeas dichosas!
No cesa, el ansia en su búsqueda, su identificación, a pesar de que la mayoría de las veces sea puro azar el que decide la especie de cada una de ellas, los intentos por sacarles una, aunque sea una sola foto decente y, entre tanto latinismo, lo más difícil de todo, intentar convencerme de que sabe de lo que habla. Es de admirar su tenacidad.
Poco después de nuestra parada para merendar, dejamos ligeramente la línea costera para adentrarnos, siguiendo el camino rural hasta llegar a un antiguo safareig al cual llega un canal de agua, ya seco, que recorremos hasta llegar a su lugar de origen.
Ahí, entre la baja vegetación siguen en pie las viejas paredes de marés que guardan la maquinaria de extracción de agua, todo relativamente bien conservado sobretodo si lo comparamos con el abandono del exterior de la caseta.
Una vez que salimos de entre cardos y matas, nos deviamos unos metros del camino hasta encontrar el hueco de entrada al acuífero del que en su día se extraía el agua que llenaba el canal y finalmente regaba los campos y saciaba animales.
La entrada es un pequeño hueco en el suelo, aún más pequeño debido a la barrera colocada para evitar la entrada de animales (de cuatro patas) y como no, me tocó a mi explorar el agujero, que en principio aparentaba ser estrecho y oscuro pero que, una vez dentro, invitaba a disfrutar de ese curioso lugar que se conoce como Sa Cova des Drac.
Así pues, allá que nos adentramos las tres "comadrejas". Bajamos por un corto pasillo hasta llegar a la principal cavidad que se ilumina, mágicamente, por un agujero en el techo de la cueva. Recuerda, inevitablemente, al Avenc de Son Pou aunque éste último es de un tamaño bastante mayor. El sitio cuenta con unos pasajes más profundos más característicos de las cuevas que se forman por filtración de agua. A nosotros no nos interesaba adentrarnos más alla de la cavidad principal peeero el señor Pepe estaba encaprichado en alterarnos dando saltitos y paseos a rastras en los lugares que era totalmente innecesario hacerlo, y más un señor a su edad... aix... como un crío vamos...
Después de que mi madre consiguiera, después de varios intentos, hacerse una foto... cualquiera diría que era lo más en fotos... ya nos despedimos del lugar y volvimos a la superfície para continuar la ruta.
Siguiendo por el camino, pasamos por un antiguo horno de cal y una casita de pastor toda de piedra, estupendamente conservados y poco después, ya de cara al mar, fijamos la vista en la marca blanca de la reserva marina justo al lado de cala Figuereta.
Desde ahí y pocos minutos después, llegábamos a nuestro destino de este sábado: cala Màrmols.
La calita que marca la salida al mar del torrente que lleva el mismo nombre, es de arena blanca y fina, característica de practicamente toda la isla, y de aguas limpias y cristalinas. Se nota que, a pesar de estar a una hora, como mínimo, de caminata, no es una playa solitaria, siempre hay alguien y en verano... muchos "alguiens" que hacen que venir a este maravilloso lugar sea preferible en los meses de primavera u otoño. Encerrada entre paredes de caliza y pinar, su agua color azul turquesa te atrapa la vista y no puedes negarte a sentir en tus pies el suave tacto de la arena y el frescor de las olas del mar.
Aunque era pronto, para lo que habíamos previsto, no podíamos irnos aún, así que decidimos comer a cubierto del aire, sobre las rocas desde donde disfrutábamos de la playa, a pesar de que las nubes restaban color al lugar, y... de la compañía de las curiosas gaviotas.
Después de comer, comenzamos la vuelta casi por el mismo recorrido que habíamos llevado en la mañana, solo que en esta ocasión no nos desviaríamos de la ruta costera en ningún momento. Así pues, volvimos a pasar junto a cala Figuereta y, con un ojo puesto en las grises nubes que amenazaban "entre las 2 y las 4, lluvia" (repetía Pepi insistentemente), seguimos la costa marcada por las antiguas canteras de marés hasta llegar a una curiosa extensión que parece elevarse con el viento dada la delgadez de la roca y justo ahí es donde quiero llegar.
Mi madre huía del lugar mientras que yo me acercaba a rastras hasta el filo mismo de la roca a unas decenas de metros sobre el mar. Ciertamente fue un momento impactante y sobrecogedor que me hizo mantener el aliento y la concentración ya que no había mucho entre donde me sentaba y el filo y nada entre mis pies y el mar. Fotografiado el momento, volví a tierra (más) firme y seguimos el camino a cala s'Almunia.
Casi acabando la ruta, volvíamos a descender entre el pinar que habíamos ascendido en la mañana y, por desgracia, siempre me quedará el triste recuerdo del estado del camino previo a la playa y de la propia playa en si, aunque ésta en menor medida, sobretodo comparándolo con el montón de basura de todo tipo que se encuentra allá donde dirija uno la vista.
Jamás vi tanta concetración de tampones femeninos en tan poco sitio. Horrible.
Cala s'Almunia no está mucho mejor con los restos de viejas barcazas despedazadas por el tiempo, retales de ropa y botellas de todo tipo.
Visto lo visto, el estrago que hay que hacer para salir de ese lugar subiendo la larga escalinata, es más bien un mal menor, aún así... vaya con la escalera!
Bonita excursión que no fue ni mucho menos tan larga ni pesada como esperábamos, es muy fácil de completar y muy recomendable para estos días previos al verano.
Hasta la próxima!
Después de tener nuestras primeras dudas sobre cual es el camino correcto... ¿ahora ya?... siguiendo un senderito que nace tras la playa y entre pinar y...basura a montones, vamos ascendiendo hasta alcanzar la altura de la roca del litoral, apenas unos 60m de desnivel (si llega) sobre el mar que será lo máximo a lo que nos tendremos que esforzar, pero aún así la señora del grupo lucía su cara de falta de oxígeno habitual que sólo cambia al aparecer... sí sí... ¡las orquídeas dichosas!
No cesa, el ansia en su búsqueda, su identificación, a pesar de que la mayoría de las veces sea puro azar el que decide la especie de cada una de ellas, los intentos por sacarles una, aunque sea una sola foto decente y, entre tanto latinismo, lo más difícil de todo, intentar convencerme de que sabe de lo que habla. Es de admirar su tenacidad.
Poco después de nuestra parada para merendar, dejamos ligeramente la línea costera para adentrarnos, siguiendo el camino rural hasta llegar a un antiguo safareig al cual llega un canal de agua, ya seco, que recorremos hasta llegar a su lugar de origen.
Ahí, entre la baja vegetación siguen en pie las viejas paredes de marés que guardan la maquinaria de extracción de agua, todo relativamente bien conservado sobretodo si lo comparamos con el abandono del exterior de la caseta.
Una vez que salimos de entre cardos y matas, nos deviamos unos metros del camino hasta encontrar el hueco de entrada al acuífero del que en su día se extraía el agua que llenaba el canal y finalmente regaba los campos y saciaba animales.
La entrada es un pequeño hueco en el suelo, aún más pequeño debido a la barrera colocada para evitar la entrada de animales (de cuatro patas) y como no, me tocó a mi explorar el agujero, que en principio aparentaba ser estrecho y oscuro pero que, una vez dentro, invitaba a disfrutar de ese curioso lugar que se conoce como Sa Cova des Drac.
Así pues, allá que nos adentramos las tres "comadrejas". Bajamos por un corto pasillo hasta llegar a la principal cavidad que se ilumina, mágicamente, por un agujero en el techo de la cueva. Recuerda, inevitablemente, al Avenc de Son Pou aunque éste último es de un tamaño bastante mayor. El sitio cuenta con unos pasajes más profundos más característicos de las cuevas que se forman por filtración de agua. A nosotros no nos interesaba adentrarnos más alla de la cavidad principal peeero el señor Pepe estaba encaprichado en alterarnos dando saltitos y paseos a rastras en los lugares que era totalmente innecesario hacerlo, y más un señor a su edad... aix... como un crío vamos...
Después de que mi madre consiguiera, después de varios intentos, hacerse una foto... cualquiera diría que era lo más en fotos... ya nos despedimos del lugar y volvimos a la superfície para continuar la ruta.
Siguiendo por el camino, pasamos por un antiguo horno de cal y una casita de pastor toda de piedra, estupendamente conservados y poco después, ya de cara al mar, fijamos la vista en la marca blanca de la reserva marina justo al lado de cala Figuereta.
Desde ahí y pocos minutos después, llegábamos a nuestro destino de este sábado: cala Màrmols.
La calita que marca la salida al mar del torrente que lleva el mismo nombre, es de arena blanca y fina, característica de practicamente toda la isla, y de aguas limpias y cristalinas. Se nota que, a pesar de estar a una hora, como mínimo, de caminata, no es una playa solitaria, siempre hay alguien y en verano... muchos "alguiens" que hacen que venir a este maravilloso lugar sea preferible en los meses de primavera u otoño. Encerrada entre paredes de caliza y pinar, su agua color azul turquesa te atrapa la vista y no puedes negarte a sentir en tus pies el suave tacto de la arena y el frescor de las olas del mar.
Aunque era pronto, para lo que habíamos previsto, no podíamos irnos aún, así que decidimos comer a cubierto del aire, sobre las rocas desde donde disfrutábamos de la playa, a pesar de que las nubes restaban color al lugar, y... de la compañía de las curiosas gaviotas.
Después de comer, comenzamos la vuelta casi por el mismo recorrido que habíamos llevado en la mañana, solo que en esta ocasión no nos desviaríamos de la ruta costera en ningún momento. Así pues, volvimos a pasar junto a cala Figuereta y, con un ojo puesto en las grises nubes que amenazaban "entre las 2 y las 4, lluvia" (repetía Pepi insistentemente), seguimos la costa marcada por las antiguas canteras de marés hasta llegar a una curiosa extensión que parece elevarse con el viento dada la delgadez de la roca y justo ahí es donde quiero llegar.
Mi madre huía del lugar mientras que yo me acercaba a rastras hasta el filo mismo de la roca a unas decenas de metros sobre el mar. Ciertamente fue un momento impactante y sobrecogedor que me hizo mantener el aliento y la concentración ya que no había mucho entre donde me sentaba y el filo y nada entre mis pies y el mar. Fotografiado el momento, volví a tierra (más) firme y seguimos el camino a cala s'Almunia.
Casi acabando la ruta, volvíamos a descender entre el pinar que habíamos ascendido en la mañana y, por desgracia, siempre me quedará el triste recuerdo del estado del camino previo a la playa y de la propia playa en si, aunque ésta en menor medida, sobretodo comparándolo con el montón de basura de todo tipo que se encuentra allá donde dirija uno la vista.
Jamás vi tanta concetración de tampones femeninos en tan poco sitio. Horrible.
Cala s'Almunia no está mucho mejor con los restos de viejas barcazas despedazadas por el tiempo, retales de ropa y botellas de todo tipo.
Visto lo visto, el estrago que hay que hacer para salir de ese lugar subiendo la larga escalinata, es más bien un mal menor, aún así... vaya con la escalera!
Bonita excursión que no fue ni mucho menos tan larga ni pesada como esperábamos, es muy fácil de completar y muy recomendable para estos días previos al verano.
Hasta la próxima!
Aquí dejo el álbum de fotos, como siempre, clicar en la imagen para acceder.
Esta vez...empecé tarde el registro de la excursión, acabé la batería ya que no la cambié de inicio...vamos un desastre jajaja así que para no gráficas a trozos, esta vez lo dejaré sólo escrito.
Distancia total: 12,27 km
Tiempo total: 6h (parando mucho y tranquilamente)
