sábado, 30 de diciembre de 2017

De Portopetro a s'Amarador

Hola!
Muy feliz de volver a escribir en el blog!
Y es que al fin Caminets de Mallorca encontrábamos un hueco para salir a caminar algo con cierto aspecto a excursión.
Hace casi casi un año desde nuestra última salida en condiciones y no es que no queramos, es que estamos muy ocupados y, afortunadamente, esos motivos han sido prácticamente siempre buenos.
Viajes, competiciones, nacimientos, comidas y otros compromisos sociales nos han mantenido alejados de las grandes rutas aunque en cierto modo hemos intentado mantener la actividad haciendo pequeñas salidas que podrían considerarse como "para estirar las piernas".
Pero finalmente, y tan al final ya que apenas quedan unos días para acabar el año, nos levantamos una vez más, esta vez en domingo aprovechando que el lunes era festivo, para salir de excursión.
Como tenemos al miembro mas longevo (por poco jaja) del grupo un pelín tocado en la rodilla, decidimos hacer un recorrido cercano y poco agresivo y así no exigir demasiado después de tanto tiempo.
Así pues, un poco más tarde de lo habitual, tampoco era necesario hacerlo antes, salíamos de Felanitx en dirección al cercano pueblo costero de Portopetro, desde donde comenzaría nuestra ruta.
Una vez que dejamos el coche un poco después del puerto deportivo, tomamos un camino que pasaba discretamente, entre pinos, junto a un restaurante y los apartamentos más alejados de un hotel de la zona hasta llevarnos al Caló dels Homos Morts, la primera playa que veríamos en este día.
Un nombre muy poco apropiado para un lugar tan bonito como este. Sin ser la más bonita de las playas de Mallorca, este rincón tenía muchas cosas que la hacían especial y sin duda, el enorme pino a escasos metros de la orilla era una de ellas. El sol matinal se reflejaba con fuerza en las aguas tranquilas de este maravilloso día que acababa de inaugurar el invierno. Lo único que se oía era mar y tranquilidad en esta época del año y a estas horas de la mañana, así que nos sentamos en el extraño escalón que limita al mar hacerse tierra adentro, a disfrutar de nuestra merienda, de nuestras empanadas, eso no podía cambiar.
Después de este agradable instante y dado que nuestro cuidado por aprovisionarnos de chucherías y chocolate ha disminuido mucho, seguimos nuestro camino desde el otro lado de la playa, adentrándonos de nuevo en el pinar que cubre el litoral y separa las casas del mar hasta que llegamos al Caló de sa Torre.
Se trata de otra pequeña calita con más bien poca arena donde descansar aunque muy colorida por las piedras cargadas de verdes algas y algunas blancas edificaciones que la rodean intentando pasar desapercibidas aunque muy presentes, ya que el camino que une un lado con el otro, pasa justamente entre piscina y playa.
Siguiendo el camino, dejamos atrás las playas y salimos de nuevo al asfalto común de las calles que seguimos en dirección al punto más oriental de la Punta de sa Torre, que recibe este nombre por la torre defensiva que allí se sitúa.
Justo al final de las casas, como si fuera una más, ahí se levanta sa Torre con su planta cuadrada y su figura casi cúbica con una austera escalera que lleva hasta un sencillo portal en su cara este cubierto por un diminuto matacán y una pequeña saetera. Se nota la restauración en toda la construcción y aunque estructuralmente no es demasiado atractiva, siempre son lugares que te transportan a épocas donde nada se conseguía tan fácilmente como ahora y había que luchar y defenderlo casi todo.
Después de la visita hasta la baliza sobre el acantilado, volvimos atrás hasta tomar la calle de Jorn Utzon. Este arquitecto danés, famoso por edificios como la ópera de Sídney, decidió instalarse en Mallorca hacia el año 1966, en un principio interesado en un lugar de montaña, finalmente construyó Can Lis, vivienda situada en la calle que lleva su nombre y que en cierto modo, tuvimos la coincidencia de visitar, ya que sin saberlo, nos interesamos debido a su peculiar arquitectura.
Poco después, cuando nos acercábamos a la urbanización de Cala Barca Trencada, dejamos las calles para seguir un sendero junto al mar que nos llevó, bordeando las rocas, hasta la playa.
Nos encontramos con otro bonito lugar de veraneo, ahora vacío de turismo y lleno de tranquilidad. Hotel y casas intentan tapar sus vergüenzas tras la línea de pinar que rodea la playa. Una horrible tubería instalada sin piedad, décadas atrás y las cicatrices de la detonación de una roca que en su día cometió el delito de llegar primera a la playa y no querer dejarla jamás, siguen visibles en esta playa que a pesar de todo, conserva el encanto de las calitas escondidas de Mallorca.
Atravesamos la arena que se hundía a cada paso a causa de las algas tapadas y continuamos el camino sobre las rocas, siempre con la vigilancia atenta de las terrazas de las casas que nos dibujan el camino con sus paredes y barreras en los caminos cementados que cruzan, eso sí, en dirección a "sus" particulares solarium veraniegos.
Un tramo de roca caliza que va cayendo poco a poco al mar ya que debajo de lo que parece ser un firme suelo, hay una enfilada línea de pequeñas cuevas producidas por el embate del mar y que probablemente acabarán haciendo caer algo más que rocas.
Dejando atrás las pequeñas casas y rodeando el gran chalet que suele acompañar a los mejores terrenos junto al mar se presentó frente a nosotros, el Caló den Borgit.
Aquí ya se empezaba a notar la cercanía con un parque natural. Esta pequeña playa arrastra arena varias decenas de metros mar adentro lo que hace brillar el agua con un color azul radiante, espectacular, fresco y especial. Al llegar junto a la orilla de la propia playa, es relativamente fácil obviar la vivienda que se mimetiza bastante bien con el entorno natural, pero el motivo principal es la belleza del mar brillante llegando hasta la orilla de blanca arena lo que te atrapa la vista.
Seguimos el sendero que se inicia justo al fondo de la playa y donde ya se advierte del inicio del Parque Natural de Mondragó, así que se hizo notar la presencia de los cuidados por conservar el espacio con un camino bien señalizado y replantaciones de árboles para evitar, en la medida de lo posible, que se destroce el entorno yendo cada uno por donde le parezca.
Nos desviamos un instante hasta un antiguo nido de ametralladoras que se conserva bastante bien para lo que suele ser habitual y poco después ya apareció Cala Mondragó como siguiente parada.
Había sido un día que iba en ascenso en cuanto a espectacularidad del paisaje pero llegamos a Cala Mondragó y, para mi, no diré que se perdió el encanto, pero sí que dejó de crecer.
Por partes, la playa estaba preciosa, increíblemente blanca y con el agua más transparente que había visto ahí en muchos años, ya que a esta zona sólo solía ir en verano, cuando la saturación de barcas y gente hacen que todo esté más removido. Y ahí surge la otra parte. En todo el día prácticamente no habíamos sufrido ruido humano y ahí lo volvimos a encontrar. Niños, perros y una terraza abierta rompían, a mi gusto, la sensación de soledad y de tranquilidad que nos había acompañado durante toda la mañana. A pesar de eso, Cala Mondragó sufría el cambio en positivo, más espectacular de todos los lugares que habíamos visitado en comparación con el verano, así que bien por ella.
Atravesamos la playa entre niños intentando adentrarse en el frío Mediterráneo y unos simpáticos extranjeros con gorritos navideños festejando "que bien se vive en Mallorca", yo sé que era eso por lo que brindaban, hasta tomar el sendero que une la una con la otra, s'Amarador.
S'Amarador es como ese adolescente tímido que acompaña a un grupo de chicos y chicas populares y que un día se destapa y resulta ser igual o más espectacular que quienes recibían toda la fama.
S'Amarador está allí, a lo lejos, como escondida tras Cala Mondragó, como viviendo de rentas, pero no tiene nada que envidiarle a la famosa playa hermana. Es más, siendo igual de bonita, disfruta ésta de una sensación de soledad que no tiene la otra, cuando llegas hasta aquí, parece que has dejado el turismo atrás al contrario de lo que sientes cuando llegas a la otra, desaparece la sensación de estar donde te mandan las guías, a ti y a todo el mundo. Todo eso separado por 300 metros de camino.
Cruzamos la playa acompañados de una pareja de patos que se sentían tan relajados como nosotros, y subimos hasta el mirador que se encuentra junto a s'Amarador y opuesto a Cala Mondragó desde donde iniciamos el regreso.
Deshaciendo nuestros pasos, decidimos para a comer en el Caló den Borgit así que volvemos a pasar de vuelta por Cala Mondragó, seguimos por el pinar que une las dos calas y al llegar a la playa soltamos a la "gallina" para que encontrara el mejor lugar para sentarse.
Hay ciertos rituales que no cambian por mucho tiempo que pase entre una excursión y otra.
Bueno, instalados al fin, nos dispusimos a estrenar un pequeño torrador pero como no teníamos dónde torrarlo, nos hicimos con unas ramitas a modo de pincho y ensartamos unos trocitos de sobrasada y butifarrón que minutos más tarde hicieron de esta comida, especial, divertida y muy rica!
Así que comimos nuestros embutidos de matanza torraditos, calentitos con unas mandarinas muy fresquitas y, con lo bien que había resultado el plato principal, nuevamente fallamos en el postre. No comprendo como pudimos salir de excursión con apenas unos trocitos insignificantes de chocolate con naranja y no se qué más llevaba eso, que dudo que tengan el derecho a llamarse postre, pero bueno, comprendo el descuido en esta época del año donde estamos más bien cansados de tanta comida.
Y después de esa comida especial con postre ridículo, recorrimos el último tramo que nos quedaba para llegar de vuelta al coche y prepararnos mentalmente para una nueva Nochebuena, así que aprovecho en estas últimas horas del 2017 para desear a todo lector un maravilloso 2018 y para los integrantes del grupo, muchos momentos como los que pasamos en esta excursión.
Feliz año 2018.

Hasta la próxima!

Perfil de altitud (clicar para ampliar)









Fecha: 24 de diciembre de 2017
Distancia: 10km 570m
Tiempo: 4h 53m
Mapa de la ruta: De Portopetro a s'Amarador
Álbum de fotos: De Portopetro a s'Amarador

1 comentario:

  1. HE TARDADO MUCHO EN LEERLO, PERO COMO SIEMPRE HA SIDO UN PLACER, Y DESPUÉS DE TANTOS DIAS ME HA HECHO RECORDAR Y SONREIR. GRACIAS FILLET

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