domingo, 14 de febrero de 2016

Crónica: de Cala Agulla a Cala Torta

Cuanto tiempo ha pasado...
Y es que esta temporada 2015/2016 ha comenzado muy muy perezosa para Caminets de Mallorca.
Estuvimos de reformas en casa y se llevó consigo los primeros meses en que las temperaturas suelen comenzar a ser agradables para ponerse a caminar por la montaña y cuando acabó, más o menos, todo el jaleo, ya se habían colgado las luces de navidad, época en que los fin de semanas suelen estar muy ocupados entre compras y acontecimientos sociales... así pues, justo antes de quitar la última página del calendario, decidimos salir a comenzar oficialmente la temporada senderista y a la vez despedir el año.
Fue una excursión que nos tomamos más como una salida para estirar las piernas y quitarnos el mono de envolvernos por la naturaleza así pues decidimos hacer estar rutita, fácil, que ya habíamos hecho prácticamente igual en otra ocasión, pero bueno la idea era colgarnos las mochilas y salir una vez más.
Con la misma pereza me he tomado la crónica de ese día y sumado a que también ha coincidido con mi temporada alta en cuanto a competiciones de atletismo... aquí nos hemos plantado, a mitad de febrero cuando al fin me decido a publicar lo que aquel día 26 de diciembre nos trajo.

Así como venían siendo los últimos días del año, aquella mañana amanecía algo gris pero con muy buena temperatura y sin riesgo de lluvia. Nos pusimos en camino hacia el extremo más oriental de la isla hasta llegar junto a la playa de Cala Agulla donde dejamos el coche y comenzamos a caminar poco antes de tocar las 10 de la mañana.
Después de dejar atrás las urbanizaciones, ahora desiertas, accedíamos a la playa donde el silencio sólo roto por el mar al llegar a la orilla, nos acompañaba mientras cruzábamos todo el arenal hasta llegar al pinar que esconde la playa y, una vez allí, paramos a merendar.
En una antigua mesita de piedra, mirando al mar en calma en una mañana de invierno, nos cuesta imaginar un lugar mejor para comernos nuestras empanadas, unos dulces... y darme cuenta de que hace tanto tiempo que no usaba la cámara que tenía las baterías a punto de morir.
Por el camino de Coll de Marina, junto a Cala Moltó, una vez dejada Cala Agulla, fuimos dejando atrás la costa y el mar siguiendo el ancho camino rural que une las dos calas que flanquean el puig de s'Agulla y casi una hora después llegábamos a Cala Mesquida.
El arenal se extiende decenas de metros tierra adentro y una bonita pasarela de madera nos lleva de un lado a otro de la playa, momento en que las baterías de mi cámara decidieron que ya me habían dejado suficiente margen y dejaron en manos de Pepi el reportaje fotográfico del día. Después, bordeando las calles de la urbanización llegamos hasta el inicio de un nuevo sendero que nos conducía en dirección a Cala Torta.
Al sol le estaba costando apartar las nubes igual que a los dos abuelos, ahora sí puedo decirlo literalmente, les estaba costando esta primera excursión, mientras, intentaban disculparse con la excusa de falta de entrenamiento...
Por el camino de arena y piedra caliza seguíamos mientras al frente se alzaba la bonita torre de Es Matzoc y aún más lejos la torre de sa talaia Moreia hasta que nos desviamos por una bajada a la sombra del pinar que nos llevaría junto a la playa de Cala Torta.
Es en días como este, en momentos así, cuando más sientes que descubres la isla. Nadie describiría una playa en Mallorca como lo haría quien en un soleado día de invierno ha caminado hasta aquí, sin nevera, sin sombrilla, sin chanclas... No hay una sola toalla que tape la blanca arena, no hay una sola colchoneta que impida que el sol atraviese el agua haciéndola brillar transparente como sólo en invierno lo hace. Las algas se amontonan empujadas fuera por el mar o quizá es que no quieren dejar este lugar por mucho que pertenezcan al Mediterráneo. Las gaviotas van y vienen sin quitar el ojo de lo que pueda moverse bajo la superficie del mar, ahora no hay botellas ni plásticos que las engañen y el aire cargado de sal las mantiene hipnotizadas de una playa a otra, de una perla a otra.
Bordeando la cala llegamos junto a la orilla del mar y comenzamos el regreso por el camino que recorre el litoral. Esta vez cambió el decorado verde y soleado por un paisaje de piedras afiladas a la sombra de una pequeña elevación junto a la punta des Boc que luce un curioso tramo de piedra veteada en gris y blanco.
Poco después llegábamos de nuevo a Cala Mesquida que luce tan espléndida como Cala Torta aunque no tenga ese aire de soledad con la urbanización colgando de este lado.
Dejábamos atrás las casas cuando entrábamos en las primeras horas de la tarde. Atravesando de nuevo la parte trasera de la playa por la pasarela de madera que serpentea hasta llegar al pinar que se alza a los pies del puig.
Andamos de vuelta el camino que tomamos en la mañana hasta llegar a Cala Moltó donde decidimos parar a comer después de bajar hasta la arena y sentarnos junto al mar.
Como no podía ser de otra manera, la fruta confitada y los dulces nos devolvieron las calorías que hubiéramos podido perder así que, para acabar, nos guardamos una hora de camino hasta llegar al coche ya pensando en ir a dormir la siesta.
Fue una corta y fácil excursión para despedir el año. Se hablaron ideas y proyectos que dejamos sobre la mesa al acabar la temporada pasada y que quizá algún día llegue a ver la luz... quién sabe.
Ahora que ya hemos superado lo que llaman la cuesta de enero, esperamos retomar la actividad y llenar el blog de nuestros pasos por esta preciosa isla.
Sea así.
Hasta la próxima.
Víctor







Distancia: 14,02km
Tiempo: 5h 14min

Mapa de la ruta, clicar al enlace
de Cala Agulla a Cala Torta

Gráfica de altitud
(Clicar en la imagen para ampliar)