El pasado sábado se iniciaba una nueva temporada para Caminets de Mallorca.
Algo después de las 8 de la mañana salíamos de camino en dirección al extremo más occidental de la isla. La mañana lucía un cielo absolutamente despejado de un color azul liso y el sol, que comenzaba a alzarse, teñía de naranja todo cuánto tocaba. A duras penas íbamos sacudiéndonos el sueño ya que el camino era largo hasta llegar al Port d'Andratx y a estas horas de la mañana de un sábado, una hora en el coche no es de lo más animado jeje
Pero al fin estábamos junto al mar, dejamos el coche junto al puerto deportivo y dimos nuestros primeros pasos por el carrer de Cala Egos.
Ya de un principio la ruta fue en ascenso. Primero por una pista recién asfaltada, que se ha intentado disimular pintándola de un horroroso color crema, que más parece que esté sucia de barro, que asciende toda la elevación ya advirtiendo de que pronto se salpicará de edificaciones. Y después, siempre que podíamos, nos desviábamos por los atajos rurales, arrastrados por el agua y la erosión de las bicicletas de montaña, que seguían subiendo entre el pinar de curva a curva hasta que, al fin, llegamos al Coll des Vent.
En este punto fue donde comenzamos a tener "problemas" con la guía escrita. En ella se indicaba que debíamos seguir por un camino a la derecha de los antiguos hornos de cal y, aunque se dice que todos los caminos conducen a Roma, gracias a las indicaciones de un excursionista, resultó que el camino partía desde la izquierda. Fue el primer lugar donde nos encontramos en un punto rodeados de caminos que salían en todas direcciones...
Bueno, aclarada la dirección de cada uno de los senderos, seguimos con un pequeño extra que quisimos darle a la excursión bajando hasta Cala Egos. Al principio siguiendo el ancho camino hasta que hicimos lo que, seguramente, todos hacen la primera vez que intentan bajar hasta la playa: intentar atajar un buen tramo del camino.
Es cierto que al final no llegamos hasta la playa ya que el intento se cortó bruscamente y no pudimos continuar, pero al final de la ruta nos hubiera hecho falta ese tiempo invertido en bajar y subir así que en parte, nos excusamos por ello jeje así pues, nos sentamos en un mirador estupendo frente al mar desde donde disfrutar de una merecida merienda.
La vista desde ahí, parecía una postal a tamaño real. El mar absolutamente inmóvil de un color azul brillante y transparente hasta permitir ver los detalles de las piedras del fondo. La ladera salpicada de pinar y tierra gris que nos rodea y encierra este lugar, deja en segundo plano el cap de sa Mola desde donde van asomando pequeñas embarcaciones y alguna que suplica, con las velas desplegadas, un soplo de viento.
Cuando el sol consiguió despejar del todo la sombra que nos había acompañado hasta ahora, nos pusimos de nuevo en marcha hasta llegar, otra vez, a la pareja de hornos de cal desde donde seguimos nuestra ruta.
El sendero, que al principio atravesaba un pequeño pinar, se convirtió en un ancho camino rural sin mucho atractivo y con otros grupos de excursionistas que hicieron que nos despistáramos un poco, aceleramos el paso y nos equivocamos de camino, aix...
El error no era muy grave, peor era el estado de agotamiento de mi madre la pobre que había perdido ya el aliento después de tanto ascenso y más aún desde que el sol comenzó a calentar con fuerza el día. Así que sólo tuvimos que cruzar por un sendero para volver al camino que nos llevaría hasta las, tan nombradas en las guías, antenas de telecomunicación.
Y es que menudo jaleo de caminos que hay en este tramo.
Así, poco después de tomar el único desvío estupendamente señalizado de todo el recorrido, asomaba al fondo la isla de Dragonera.
Fue el momento en que todo el cansancio y el lío con los caminos desapareció de golpe. Un sentimiento como de alcanzar una alta cumbre nos llenó a los tres y clavó nuestra mirada en esa maravillosa vista que nos apareció sin esperarla. La vecina isla lucía preciosa, verde y blanca custodiada por sus tres almenaras y a sus pies, con un vaivén de barquitas, Sant Elm hechizado por el encanto del lugar esboza una sonrisa de blanca arena y agua cristalina.
Es de esos lugares que dejas porque debes continuar la marcha, porque que no hay tiempo que sea excesivo invertir en ellos.
Pero Mallorca compensa su tamaño con muchas pequeñas dosis de genialidad. Al dejar el mirador de Sa Dragonera y girar una pared de roca, nos encontramos con el Pas Vermell que es tan especial como para olvidarse de mirar hacia el mar y pasar las escasas decenas de metros que llevan ese nombre, sin separar la vista de la pared que se "pinta" de un rosado color que contrasta con la roca blanca que llega desde arriba.
Dejando atrás el Pas Vermell comenzamos ya el descenso, en los primeros minutos del mediodía, en dirección Sant Elm.
Una hora escasa después, bajando por el camino blanco que serpentea entre pinar y carrizo nos llevó hasta el pueblecito donde nos sentamos, junto a la playa, a esperar el bus que nos devolvería a Port d'Andratx.
La experiencia del bus tuvo su parte positiva al no tener que llevar dos coches y tal... y la daremos por válida excepcionalmente dada la particularidad de nuestra aventura con el GR221.
Fue una excursión muy cortita aunque nos dio la impresión de ser algo más larga, muy bonita en cuanto a vistas y sobretodo en un día estupendo como el que hizo. Muy buen inicio de esta nueva temporada tanteando las fuerzas, sobretodo de los dos lastres jaja
Por último hace falta hacer una dura y muy negativa crítica a la señalización de este primer tramo de la ruta Pedra en Sec. No hay NI UN SOLO indicador de ruta, ni uno. Por toda la Serra de Tramuntana, y otros lugares de la isla, se suceden las señalizaciones donde se indica dirección y tiempo aproximado incluso el número por el que se conoce la ruta. La GR221 es lo suficientemente importante y conocida como para estar, al menos, mínimamente señalizada y más en un tramo donde se ha creado una maraña de senderos que, en nuestro caso, hizo que tuviéramos que guiarnos por las imágenes del GPS para saber qué camino seguir en puntos donde se podían tomar numerosas direcciones.
Algo después de las 8 de la mañana salíamos de camino en dirección al extremo más occidental de la isla. La mañana lucía un cielo absolutamente despejado de un color azul liso y el sol, que comenzaba a alzarse, teñía de naranja todo cuánto tocaba. A duras penas íbamos sacudiéndonos el sueño ya que el camino era largo hasta llegar al Port d'Andratx y a estas horas de la mañana de un sábado, una hora en el coche no es de lo más animado jeje
Pero al fin estábamos junto al mar, dejamos el coche junto al puerto deportivo y dimos nuestros primeros pasos por el carrer de Cala Egos.
Ya de un principio la ruta fue en ascenso. Primero por una pista recién asfaltada, que se ha intentado disimular pintándola de un horroroso color crema, que más parece que esté sucia de barro, que asciende toda la elevación ya advirtiendo de que pronto se salpicará de edificaciones. Y después, siempre que podíamos, nos desviábamos por los atajos rurales, arrastrados por el agua y la erosión de las bicicletas de montaña, que seguían subiendo entre el pinar de curva a curva hasta que, al fin, llegamos al Coll des Vent.
En este punto fue donde comenzamos a tener "problemas" con la guía escrita. En ella se indicaba que debíamos seguir por un camino a la derecha de los antiguos hornos de cal y, aunque se dice que todos los caminos conducen a Roma, gracias a las indicaciones de un excursionista, resultó que el camino partía desde la izquierda. Fue el primer lugar donde nos encontramos en un punto rodeados de caminos que salían en todas direcciones...
Bueno, aclarada la dirección de cada uno de los senderos, seguimos con un pequeño extra que quisimos darle a la excursión bajando hasta Cala Egos. Al principio siguiendo el ancho camino hasta que hicimos lo que, seguramente, todos hacen la primera vez que intentan bajar hasta la playa: intentar atajar un buen tramo del camino.
Es cierto que al final no llegamos hasta la playa ya que el intento se cortó bruscamente y no pudimos continuar, pero al final de la ruta nos hubiera hecho falta ese tiempo invertido en bajar y subir así que en parte, nos excusamos por ello jeje así pues, nos sentamos en un mirador estupendo frente al mar desde donde disfrutar de una merecida merienda.
La vista desde ahí, parecía una postal a tamaño real. El mar absolutamente inmóvil de un color azul brillante y transparente hasta permitir ver los detalles de las piedras del fondo. La ladera salpicada de pinar y tierra gris que nos rodea y encierra este lugar, deja en segundo plano el cap de sa Mola desde donde van asomando pequeñas embarcaciones y alguna que suplica, con las velas desplegadas, un soplo de viento.
Cuando el sol consiguió despejar del todo la sombra que nos había acompañado hasta ahora, nos pusimos de nuevo en marcha hasta llegar, otra vez, a la pareja de hornos de cal desde donde seguimos nuestra ruta.
El sendero, que al principio atravesaba un pequeño pinar, se convirtió en un ancho camino rural sin mucho atractivo y con otros grupos de excursionistas que hicieron que nos despistáramos un poco, aceleramos el paso y nos equivocamos de camino, aix...
El error no era muy grave, peor era el estado de agotamiento de mi madre la pobre que había perdido ya el aliento después de tanto ascenso y más aún desde que el sol comenzó a calentar con fuerza el día. Así que sólo tuvimos que cruzar por un sendero para volver al camino que nos llevaría hasta las, tan nombradas en las guías, antenas de telecomunicación.
Y es que menudo jaleo de caminos que hay en este tramo.
Así, poco después de tomar el único desvío estupendamente señalizado de todo el recorrido, asomaba al fondo la isla de Dragonera.
Fue el momento en que todo el cansancio y el lío con los caminos desapareció de golpe. Un sentimiento como de alcanzar una alta cumbre nos llenó a los tres y clavó nuestra mirada en esa maravillosa vista que nos apareció sin esperarla. La vecina isla lucía preciosa, verde y blanca custodiada por sus tres almenaras y a sus pies, con un vaivén de barquitas, Sant Elm hechizado por el encanto del lugar esboza una sonrisa de blanca arena y agua cristalina.
Es de esos lugares que dejas porque debes continuar la marcha, porque que no hay tiempo que sea excesivo invertir en ellos.
Pero Mallorca compensa su tamaño con muchas pequeñas dosis de genialidad. Al dejar el mirador de Sa Dragonera y girar una pared de roca, nos encontramos con el Pas Vermell que es tan especial como para olvidarse de mirar hacia el mar y pasar las escasas decenas de metros que llevan ese nombre, sin separar la vista de la pared que se "pinta" de un rosado color que contrasta con la roca blanca que llega desde arriba.
Dejando atrás el Pas Vermell comenzamos ya el descenso, en los primeros minutos del mediodía, en dirección Sant Elm.
Una hora escasa después, bajando por el camino blanco que serpentea entre pinar y carrizo nos llevó hasta el pueblecito donde nos sentamos, junto a la playa, a esperar el bus que nos devolvería a Port d'Andratx.
La experiencia del bus tuvo su parte positiva al no tener que llevar dos coches y tal... y la daremos por válida excepcionalmente dada la particularidad de nuestra aventura con el GR221.
Fue una excursión muy cortita aunque nos dio la impresión de ser algo más larga, muy bonita en cuanto a vistas y sobretodo en un día estupendo como el que hizo. Muy buen inicio de esta nueva temporada tanteando las fuerzas, sobretodo de los dos lastres jaja
Por último hace falta hacer una dura y muy negativa crítica a la señalización de este primer tramo de la ruta Pedra en Sec. No hay NI UN SOLO indicador de ruta, ni uno. Por toda la Serra de Tramuntana, y otros lugares de la isla, se suceden las señalizaciones donde se indica dirección y tiempo aproximado incluso el número por el que se conoce la ruta. La GR221 es lo suficientemente importante y conocida como para estar, al menos, mínimamente señalizada y más en un tramo donde se ha creado una maraña de senderos que, en nuestro caso, hizo que tuviéramos que guiarnos por las imágenes del GPS para saber qué camino seguir en puntos donde se podían tomar numerosas direcciones.
Y esto es todo, aquí dejo el álbum de fotos, como siempre, clicar en la imagen para acceder.
Hasta la pronto!
Víctor
Distancia total: 9,050km