Hola!
Se me han pasado los días y aún tenía pendiente la crónica de nuestra última excursión.
Aquel sábado de buena mañana, con un cielo totalmente despejado, salimos de Felanitx camino a la sierra de Tramuntana que se alza a lo lejos tras una capa de bonita niebla que, a estas horas, cubre casi toda la isla. A medida que nos vamos acercando al norte, el sol va apareciendo por levante y con él se va pintando el paisaje de un color primaveral precioso.
Casi una hora después de dejar la cama, entrábamos en la sombra de las montañas y poco después, llegábamos al monasterio de Lluc. Después de dejar el coche tuvimos que esperar al taxista que... se tomó con calma su primer servicio del día... aix, pero bueno, al fin, algo después de las 9 de la mañana, comenzábamos a caminar junto al embalse de Cúber, donde lo dejamos hacía ya casi dos meses.
Y es lo maravilloso de esta isla. La última vez que estuvimos en ese lugar, la carretera estaba cortada a causa de la nevada, en los laterales del asfalto se acumulaba más de un metro de nieve y el embalse conservaba una buena parte de la superficie cubierta por una capa de hielo.
En el merendero junto a la font des Noguer ni siquiera se reconocían las mesas bajo la nieve, donde hoy podríamos pasar el día a la sombra de las encinas
Mientras el agua de la fuente ponía sonido a la mañana, dábamos nuestros primeros pasos siguiendo la gran canaleta de agua que corría llena casi hasta el borde, a la izquierda se alza la cima más alta de la isla, el puig Major y frente a nosotros allá en el valle el bonito embalse de Gorg Blau que estaba absolutamente en calma reflejando todo lo que lo rodea.
Después de nuestra merienda endulzada por unos estupendos Donuts, dejábamos atrás la canaleta para adentrarnos en la ladera y seguir el sendero entre las encinas en suave ascenso hasta que llegamos al pequeño puente junto a la font des Prat desde donde comenzaba un largo ascenso.
Poco a poco, a medida que íbamos ganando altura y pasada la font de ses Gallines íbamos dejando atrás la fresca sombra de las encinas y el camino se hacía más soleado y más caluroso. Casi de sombra en sombra de los cada vez más escasos pinos seguíamos caminando ya con la vista puesta frente a nosotros del collado. A nuestra derecha se alzaba imponente la cornisa rocosa donde se clava el puig Massanella y a nuestra derecha quedaba el valle de Comellar des Prat desde donde veíamos el paisaje sembrado de cimas que hemos ido dejando atrás durante todas estas etapas.
Así pues, ya zigzagueando entre carrizo bajo un sol radiante que mantenía el cielo absolutamente despejado recorrimos el último tramo hasta llegar, al fin, a la pared de piedra del coll des Prat.
Paramos un instante a disfrutar de las vistas que se alargaba hasta el norte de Tramuntana y a disfrutar de la satisfacción de haber superado el ascenso aunque no por mucho tiempo ya que decidimos que sería mejor encontrar una sombra que ahí bajo el sol.
Entonces nos desviamos hacia Galileu y comenzamos un fuerte descenso hasta el valle a los pies del puig donde tuvimos que resolver qué camino seguir, andábamos algo despistados aix... pero al final continuamos con un pequeño ascenso, con el que no contábamos, por la ladera de Galileu hasta pasar a la cara norte.
Mientras seguíamos el sendero en búsqueda de la ruta de descenso, disfrutábamos de las mejores vistas del día. Cuando llevábamos toda la ruta rodeados de montañas, se nos abrió el mar frente a nosotros, incluso el aire parecía arrastrar el olor salado y fresco e hizo que el paisaje cambiara radicalmente cayendo en picado desde nuestra altura hasta la orilla donde acaba la isla y entre medias, aparecía nuestro destino: el monasterio de Lluc.
Así pues, para superar ese desnivel comenzamos a descender por un precioso camino empedrado que se pega colina abajo como si fuera una serpiente infinita y mientras perdíamos altura rápidamente, intentábamos olvidarnos del dolor de pies que nos estaba causando esa fuerte pendiente donde caminar no era fácil sobre tanta piedra saliente.
Poco a poco nos fuimos envolviendo de nuevo de encinas, el desnivel se suavizó y en parte el sendero se hizo más agradable aunque el cansancio ya nos había derrotado las piernas cuando de entre los árboles empezó a llegar el murmullo de la gente y la silueta de Lluc se aparecía en el claro.
Casi cinco horas y media después de comenzar esta novena etapa, estábamos de nuevo en LLuc donde nos sentamos a comer, como unos domingueros más antes de volver a casa jaja.
Mañana, décima y última etapa, después de tantos pasos, todo llega a su fin y Pollença es el final de nuestra aventura que comenzó a finales del pasado mes de octubre.
Hasta mañana.
Se me han pasado los días y aún tenía pendiente la crónica de nuestra última excursión.
Aquel sábado de buena mañana, con un cielo totalmente despejado, salimos de Felanitx camino a la sierra de Tramuntana que se alza a lo lejos tras una capa de bonita niebla que, a estas horas, cubre casi toda la isla. A medida que nos vamos acercando al norte, el sol va apareciendo por levante y con él se va pintando el paisaje de un color primaveral precioso.
Casi una hora después de dejar la cama, entrábamos en la sombra de las montañas y poco después, llegábamos al monasterio de Lluc. Después de dejar el coche tuvimos que esperar al taxista que... se tomó con calma su primer servicio del día... aix, pero bueno, al fin, algo después de las 9 de la mañana, comenzábamos a caminar junto al embalse de Cúber, donde lo dejamos hacía ya casi dos meses.
Y es lo maravilloso de esta isla. La última vez que estuvimos en ese lugar, la carretera estaba cortada a causa de la nevada, en los laterales del asfalto se acumulaba más de un metro de nieve y el embalse conservaba una buena parte de la superficie cubierta por una capa de hielo.
En el merendero junto a la font des Noguer ni siquiera se reconocían las mesas bajo la nieve, donde hoy podríamos pasar el día a la sombra de las encinas
Mientras el agua de la fuente ponía sonido a la mañana, dábamos nuestros primeros pasos siguiendo la gran canaleta de agua que corría llena casi hasta el borde, a la izquierda se alza la cima más alta de la isla, el puig Major y frente a nosotros allá en el valle el bonito embalse de Gorg Blau que estaba absolutamente en calma reflejando todo lo que lo rodea.
Después de nuestra merienda endulzada por unos estupendos Donuts, dejábamos atrás la canaleta para adentrarnos en la ladera y seguir el sendero entre las encinas en suave ascenso hasta que llegamos al pequeño puente junto a la font des Prat desde donde comenzaba un largo ascenso.
Poco a poco, a medida que íbamos ganando altura y pasada la font de ses Gallines íbamos dejando atrás la fresca sombra de las encinas y el camino se hacía más soleado y más caluroso. Casi de sombra en sombra de los cada vez más escasos pinos seguíamos caminando ya con la vista puesta frente a nosotros del collado. A nuestra derecha se alzaba imponente la cornisa rocosa donde se clava el puig Massanella y a nuestra derecha quedaba el valle de Comellar des Prat desde donde veíamos el paisaje sembrado de cimas que hemos ido dejando atrás durante todas estas etapas.
Así pues, ya zigzagueando entre carrizo bajo un sol radiante que mantenía el cielo absolutamente despejado recorrimos el último tramo hasta llegar, al fin, a la pared de piedra del coll des Prat.
Paramos un instante a disfrutar de las vistas que se alargaba hasta el norte de Tramuntana y a disfrutar de la satisfacción de haber superado el ascenso aunque no por mucho tiempo ya que decidimos que sería mejor encontrar una sombra que ahí bajo el sol.
Entonces nos desviamos hacia Galileu y comenzamos un fuerte descenso hasta el valle a los pies del puig donde tuvimos que resolver qué camino seguir, andábamos algo despistados aix... pero al final continuamos con un pequeño ascenso, con el que no contábamos, por la ladera de Galileu hasta pasar a la cara norte.
Mientras seguíamos el sendero en búsqueda de la ruta de descenso, disfrutábamos de las mejores vistas del día. Cuando llevábamos toda la ruta rodeados de montañas, se nos abrió el mar frente a nosotros, incluso el aire parecía arrastrar el olor salado y fresco e hizo que el paisaje cambiara radicalmente cayendo en picado desde nuestra altura hasta la orilla donde acaba la isla y entre medias, aparecía nuestro destino: el monasterio de Lluc.
Así pues, para superar ese desnivel comenzamos a descender por un precioso camino empedrado que se pega colina abajo como si fuera una serpiente infinita y mientras perdíamos altura rápidamente, intentábamos olvidarnos del dolor de pies que nos estaba causando esa fuerte pendiente donde caminar no era fácil sobre tanta piedra saliente.
Poco a poco nos fuimos envolviendo de nuevo de encinas, el desnivel se suavizó y en parte el sendero se hizo más agradable aunque el cansancio ya nos había derrotado las piernas cuando de entre los árboles empezó a llegar el murmullo de la gente y la silueta de Lluc se aparecía en el claro.
Casi cinco horas y media después de comenzar esta novena etapa, estábamos de nuevo en LLuc donde nos sentamos a comer, como unos domingueros más antes de volver a casa jaja.
Mañana, décima y última etapa, después de tantos pasos, todo llega a su fin y Pollença es el final de nuestra aventura que comenzó a finales del pasado mes de octubre.
Hasta mañana.
Víctor
Distancia: 14,35km
Distancia: 14,35km
Tiempo: 5h 22min
Distancia total acumulada: 118km 790m
Distancia total acumulada: 118km 790m
Tiempo total acumulado: 47h 50min
Mapa de la ruta, clicar al enlace