Hola!
Con las primeras luces del sábado
intentando retirar la oscuridad de la noche, negociábamos aún desde la cama, si
salir a recorrer la excursión que teníamos preparada o no, debido a la amenaza
de lluvia que había para todo el día, pero como aún no llovía y, según
aseguraba nuestra señorita un poco más tarde, la nubes eran del color adecuado
para no llover, pues allá que nos fuimos.
A eso de las 10h de la mañana, llegábamos
a Estellencs, poco después de haber pasado por el tramo de carretera más
desconocido que habíamos visto en Mallorca ya que el fuego dejó esta zona
absolutamente irreconocible. Mucho tiempo le queda a la naturaleza para
cambiarle la cara ennegrecida a este lugar...
Era una mañana húmeda, gris y en general
poco apetecible para estar lejos de casa, así pues empezamos la excursión...
merendando jaja
Sí sí, el tiempo que esperábamos la
llegada del taxi que nos llevaría de regreso hasta el coll de sa
Gramola, desde donde comenzaba nuestra ruta, nos dedicamos a comer,
¿qué otra cosa mejor podíamos hacer?.
Bueno, al fin nos poníamos en marcha,
desde dónde lo dejamos hacía unas semanas. Habíamos decidido bajar por el valle
del comellar de sa Guixeria, que al principio fue un poco como
ir inventándose el camino hasta que enlazamos con el camino des
Ratjolí y de ahí hasta enlazar con la carretera principal.
Mientras recorríamos el pla de
s'Evangèlica, nos alegrábamos de haber decidido salir a caminar. Las
altas nubes grises, el verde que se extendía a los lados de la carretera y el
humo de las casetas le daban un toque especial al paseo entre las dos
lomas, después seguimos por el camino de Coma Selles donde ya
nos rodeamos de encina y pino hasta comenzar ya el primer serio ascenso.
En ese mismo instante comenzaron a caer
las primeras gotas del día. La verdad parecía que nos hubiera estado esperando
hasta llegar aquí o quizá es que al ir ascendiendo veíamos las nubes más
amenazantes. Así pues nos enfundamos los chubasqueros y comenzamos a subir
el pas gran. Se trata de una subida bastante fuerte por un
camino de tierra y piedras entre pinos caídos por el viento y esqueléticas
figuras carbonizadas por el incendio y para aderezar, una lluvia fría que poco
nos dejaba alzar la vista del suelo. Y lamentamos que tampoco no fuera muy
necesario alzarla ya que, al alcanzar la loma, poco dejaban a la vista las
nubes que habían caído sobre nosotros.
Desde ahí debía haber unas vistas
magníficas aunque no era el día más propicio para disfrutarlas. El mar se
confundía con el cielo hasta el punto de no saber en qué dirección mirar para
encontrarlo y sólo se distinguía por ser el lugar donde acababa la tierra y
comenzaba un gris liso que acababa sobre nuestras cabezas. Aún así la cadena de
montes una tras otra hacían un bonito degradado que acentuaba cada elevación
dibujando el relieve de toda la zona.
Casi sin darnos cuenta de que habíamos
superado el paso, seguimos ascendiendo por una larga ladera de rocas donde se
unió un fuerte viento al combo meteorológico del día.
Literalmente, las palabras se las llevaba
el viento. Apenas podíamos oírnos si no estábamos cerca unos de otros y la
lluvia fina ya no caía sino que volaba horizontal.
Paramos un instante al llegar a la cima y
la portadora del mapa anunció que ese sería el punto más elevado de nuestra
ruta de este día. La verdad es que había sido un largo ascenso desde que
dejamos la carretera, así pues comenzamos y agradecimos un suave descenso que
nos protegió un poco del viento, también la lluvia cesó, nos secamos la cara y
alzamos la vista pues se alzaba a nuestro lado la mola de s'Esclop.
Atravesando el pla d'en
Cabrit, pasamos junto a las casas de des Alquerioles y
cuando empezamos a dejar atrás el pinar nos topamos con la pared de sa
mola que nos obligaba a comenzar un nuevo ascenso y poco después, al
superar la altura de los árboles, llegamos al pas d'en Ponsa.
Justo donde el camino se asoma al mar, se
estrecha el sendero agarrándose a un saliente rocoso y asciende casi vertical
entre las dos paredes hasta superar las decenas de metros hasta la parte más
alta. Desde arriba se repetía el sentimiento de que nos estábamos perdiendo
unas vistas espectaculares de la costa noroeste de la isla por culpa de este
día tan nuboso, pero bueno, volvimos la vista atrás al paso tan pintoresco que
acabábamos de superar y acto seguido la volvimos al frente pues ahí seguía la
mola de s'Esclop.
Y siguiendo los hitos de piedras no
dejábamos de ascender.
El viento volvía a ser fortísimo y
arrastraba de nuevo una fina cortina de agua que hacia esta subida casi
idéntica a la que habíamos pasado anteriormente... pero según el mapa... claro
que debíamos seguir ascendiendo... ¿madre?
Pues sí, paramos un instante a comprobar
la descripción y resulta que "alguien" se había confundido de pico en
el mapa de altitud así que ahí estábamos de nuevo recorriendo una agotadora
loma rocosa que nos llevó hasta la planicie a los pies de la mola.
Y hacía un frío importante cuando, ahora
sí, alcanzamos el punto más alto del día, así que sin perder tiempo, comenzamos
la bajada que rodeaba una parte del monte y aunque pensábamos que el viento
cesaría, no fue así hasta que superamos el collado junto al Castellet.
Desde ahí nos unimos a un camino forestal
que nos llevaría en descenso hasta el refugio de Coma Vidal.
Poco antes, habíamos estado planeando que,
de estar abierto el refugio, quizá podríamos hasta disfrutar de un chocolate
caliente o por lo menos comer a cubierto del aire y el frío que nos había
acompañado casi todo el día pero no fue así, el lugar estaba desierto y cerrado
así que en primera instancia nos quedamos con las ganas pero cuando decidimos
cobijarnos bajo un cobertizo encontramos el cerquillo y las cenizas de un fuego
que alguien hubiera dejado no mucho tiempo atrás.
Todo empezó como en broma, uno
rastrillando la poca paja seca que pudiera haber esparcida por el suelo, otro
buscando ramitas, después apareció un viejo diario escondido en un hueco y para
acabar, cuando habíamos amontonado un poquito de cada, sacamos el encendedor...
y lo conseguimos.
La verdad es que por un momento pensé que
no sería posible, había tanta humedad que parecía imposible llegar a prender
nada de todo aquello, pero ahí estaba, después de mucho intentarlo estábamos
comiendo alrededor de un cálido y reconfortante fuego. Olé!
Después de aquella agradable comida y
antes de que nos volviera a calar el frío, nos pusimos otra vez en marcha.
Ya habíamos entrado en las primeras horas
de la tarde, las nubes se habían oscurecido bastante y, cuando pensábamos que
nos quedaba apenas un ratito para llegar a Estellencs nos fijamos que el cartel
que marcaba el GR221, pronosticaba casi 3h hasta el pueblo lo que hizo que
aceleráramos un poco el paso por aquel camino que descendía tan bruscamente
hasta que llegamos a la carretera donde pudimos comprobar, con alivio, que en
realidad iba a ser apenas la mitad de ese tiempo, aunque mientras nos
alegrábamos por ello y buscábamos el sendero por el que continuar, de pronto
comenzó a llover de nuevo.
Esta vez la lluvia caía con fuerza.
Así que seguimos por la carretera hasta
tomar el camino viejo de Estellencs, todo bajo una cortina de agua que llegó
hasta a hacernos reír y no cesaría casi hasta los últimos metros antes de
llegar, al fin, al coche.
Realmente fue una pena que el tiempo
estuviera tan mal porque pensamos que las vistas se merecen un día soleado pero
lo importante es que Caminets de Mallorca no se queda en casa
por un poco de mal tiempo jaja
Por último quiero agradecer a serradetramuntana.eu el
trabajo espectacular que hace describiendo las rutas, agregando mapas, fotos y
topografías. Nos ayuda muchísimo a planificar y seguir por el camino correcto a
diferencia del libro oficial de GR221 que apenas describe nada.
Blog de senderismo absolutamente
recomendado.
Tercera etapa concluída!
Y esto es todo, aquí dejo el álbum de
fotos, como siempre, clicar en la imagen para acceder.
Hasta la pronto!
Víctor