lunes, 26 de diciembre de 2016

Ermita de la Trinitat, Son Gallard, Valldemossa

Hola!
Hace unas semanas, aprovechando los primeros días festivos de diciembre, salíamos a caminar y a intentar quitarnos un poco del estrés laboral que nos hacen acumular estos días de fin de año.
Una perfecta y soleada mañana del otoño que poco a poco se acercaba a su fin nos daba los buenos días mientras dejábamos Felanitx en dirección a Valldemossa, ese pequeño pueblo de la Tramuntana mallorquina que no necesita presentación.
Minutos antes de las 9 de la mañana, dejábamos el coche junto a la ermita de la Trinitat la cual visitamos brevemente ya que el frío de esta ladera sombría no daba mucha tregua al cuerpo.
Atravesando la entrada principal, y en un pequeño patio interior, se encuentra la pequeña ermita, todo construido en piedra gris como la que abunda en toda la húmeda sierra y siguiendo un corto paso, nos asomamos al mar desde un balcón junto a un jardín donde la figura del fundador Joan Mir sigue presente.
De vuelta en el exterior de la ermita, nos adentramos en el encinar que todo lo envuelve, por un sendero que serpentea, inicialmente por varias pequeñas construcciones anexas al recinto de la ermita. Más adelante empezaban a aparecer los primeros círculos y casetas de carboneros que tanto abundan en estas zonas de encinar.
Cuando caminamos por uno de estos paisajes donde la vegetación absorbe todos los ruidos externos, la tranquilidad inunda nuestra mente y nos dejamos llevar por la paz de la naturaleza. Sólo se oyen algunos pájaros y la gotas de rocío cayendo de las ramas al suelo tapizado de hojas. La vista no llega más allá de lo que la espesura le permita llegar así pues el sendero es dueño de nuestros sentidos.
El frío desaparecía mientras nos manteníamos en movimiento pero nos íbamos cruzando con muchos lugares que nos hacían detenernos.
Entre ramas y arbustos, de vez en cuando podíamos ver el mar que parecía congelado, inmóvil y oscuro rodeando el brazo de la Foradada aún a la sombra de las montañas. O como un gran muro de piedra que apareció junto a un abrevadero para animales, vestigios de la actividad del pasado y en un lugar donde los árboles aún no habían decidido hacerse dueños, nos sentamos a merendar.
Ese día íbamos a probar las empanadas de un horno de Campos pero creo que tuvieron más éxito las pequeñas napolitanas de chocolate y el coquito que ellas y como que la temperatura de la mañana aún no había ascendido como para dejarnos perder demasiado tiempo, pronto decidimos continuar la marcha.
Poco después, en una pequeña confusión de caminos, tomamos la dirección incorrecta aunque ello nos valió para dar con el mirador dels Tudons. Esta simpática construcción se alza en forma de torre circular después de una larga escalinata de piedra lo que ciertamente parece ser algo desproporcionado si sólo se trata de un mirador aunque las vistas sobre la Foradada merecen la pena.
Regresando sobre nuestros pasos, continuamos caminando ya en dirección a la pared de els Cingles de son Rullan mientras comenzábamos el primer ascenso serio del día.
Afortunadamente nunca fue en continua subida sino que de vez en cuando un pequeño tramo llano o una leve bajada nos dejaba tiempo para recuperar fuerzas así como el bonito sendero que zigzagueaba de un lado a otro abriéndose paso a través de la pendiente nos mantuvo la atención puesta en los detalles más que en el cansancio.
Ya en el estrecho de Son Gallard, volvíamos a orientarnos hacia el suroeste con lo cual empezábamos a cerrar la ruta circular que teníamos pensado recorrer.
El valle entre las dos montañas ascendía suavemente mientras la luz del sol que calentaba al otro lado de la vertiente alumbraba entre los árboles al final del camino justo en el collado de Son Gallard donde nos encontramos con el camino del Arxiduc que otras veces hemos recorrido
Así pues, nos sentamos unos instantes en el cruce de caminos, bebimos un poco e iniciamos un nuevo ascenso que conocíamos pero de haberlo recorrido en sentido contrario.
Al fin el sol se hacía notar. La tierra ya no estaba ennegrecida por la humedad ni las piedras cubiertas de musgo, se acabó el tono sombrío que habíamos llevado con nosotros durante toda la mañana y tomamos la vitalidad del sol para caminar hasta lo más alto donde se sitúa el antiguo refugio.
Y allí nos sentamos de nuevo para disfrutar de las vistas en un día magnífico. Kilómetros de cielo azul sin apenas ni una mota blanca de nube. Hacia el sur, a lo lejos incluso la silueta de Cabrera se anima a saludar, al oeste la bahía de Palma brilla dorada bajo el sol, al norte un mar que se mantuvo absolutamente plano durante todo el día se extendía hasta el horizonte y al este la larga sierra de Tramuntana se hace enorme con contrastes de luz y sombra.
Seguimos después del pequeño descanso, pasando junto a la cima de la Talaia Vella desde donde comenzamos a descender y un rato después llegamos al mirador de Can Costa.
La última vez que estuvimos aquí, estaba en proceso de restauración y no sabíamos muy bien qué íbamos a encontrarnos. Felizmente no se repitió la fea acumulación de material de construcción que había aquella vez, en su lugar había una ruidosa acumulación de adolescentes que estaban más interesados en conseguir un buen selfie para postureo en redes sociales que en la belleza del lugar pero bueno, con algo de ingenio conseguimos sacar alguna foto libre de "contaminación" y aunque no pudimos disfrutar con el silencio y el tiempo que se merecía, valió la pena volver a visitarlo.
Seguimos pues bajando frente al sol de mediodía hasta llegar al pla des Pouet donde siempre se nota la actividad de limpieza forestal.
Desde ahí volvíamos a dejar el sendero conocido y, a pesar de que seguíamos una guía, empezaron los problemas de orientación.
En cuanto dejamos atrás el valle, los caminos se volvieron prácticamente imperceptibles.
Siguiendo el que más aspecto de camino tuvo y después de llanear lo que nos pareció un tramo enorme, llegamos al mirador de Na Torta con su forma puntiaguda, donde se contemplaba todo el valle de Valldemossa hasta el mar.
Volvimos rápido sobre nuestros pasos ya que Pepi se nos escapó como si el mismo Lucifer estuviera escalando la pared del mirador y hubiera que huir por salvar nuestras vidas y no la alcanzamos hasta llegar de nuevo casi junto al lugar donde los caminos desaparecían.
En ese punto iniciamos una búsqueda entre árboles y plantas de algo que indicara un sendero pero tan solo seguíamos vagos indicios de que algo pudiera ser un camino hasta que conseguimos bajar al lecho del torrente que, según la guía, debíamos atravesar pero ya habiendo dedicado mucho tiempo sin éxito a conseguir un camino claro, decidimos remontar el torrente hasta llegar de nuevo al pla des Pouet donde decidimos para a comer.
Ya más relajados, volviendo a un lugar conocido, disfrutamos de la comida cuando ya empezábamos a entrar en las primeras horas de la tarde.
Regresamos pues por el camino de Son Moragues hasta llegar a las calles de Valldemossa.
A estas alturas ya nos habíamos desviado bastante de lo previsto pero como, en el planteamiento inicial, teníamos pensado para a comprar coques de patata a la vuelta, aprovechamos e hicimos la compra en ese momento.
La solución improvisada de tomar un taxi que nos llevara de regreso hasta la ermita de la Trinitat, donde teníamos el coche, también falló así que no nos quedó más remedio que ponernos de nuevo en marcha para recorrer la carretera que nos separaba del fin de este día de excursión.
Saliendo de Valldemossa y tomando el desvío hacia Deià, caminamos al lado de la carretera hasta pasar junto al restaurante de Can Costa donde nos desviamos al camino propio de la ermita y un rato después, al fin, llegábamos, más tarde de lo esperado, al coche para volver a casa.
Excursión bonita aunque tanta confusión en los tramos desconocidos restó encanto y tranquilidad al día rematado con tener que recorrer esos kilómetros finales por carretera hasta el coche.
Sabor agridulce al final.
El kilometraje y mapa sólo incluye la excursión hasta Valldemossa, el tramo de carretera no se incluye.
Hasta la próxima!

Perfil de altitud (clicar para ampliar)









Fecha: 3 de diciembre de 2016
Distancia: 14km
Tiempo: 6h 23m