Ya sé que ha pasado mucho tiempo desde que hicimos esta excursión pero debido a que los "adinerados" estaban estiuejant no me habían dado aún su aportación fotográfica. Así que nada, hasta ahora no he podido redactar la crónica de la última excursión de la temporada 13-14.
Así pues, el pasado viernes 15 de agosto, aprovechando el día festivo, nos levantamos casi a la hora de acostarse jaja para salir camino de Escorca y repetir, una vez más, una de las excursiones más bonitas de Mallorca, el Torrent de Pareis.
A eso de las 6.15h de la mañana ya estábamos dispuestos para comenzar a andar pero la noche, que no acababa de dar paso a la luz del día, nos retrasó unos minutos hasta que decidimos guiarnos, un poco por instinto, bajo la luz de la luna que fue quien nos acompañó en estos primeros pasos.
Poco a poco se iba viniendo la mañana sobre nosotros cuando empezábamos el descenso hacia el Torrent de Lluc, frente a nosotros, la siempre imponente brecha que da paso al cauce en su camino al mar.
Esta bajada, entre carrizo y piedras sueltas, es el tramo más tedioso de la ruta aunque es el lugar ideal para ver el cielo, camaleónico, ir cambiando de colores según se alza el sol, dejando atrás la oscura noche con colores rosa, púrpura y naranja que despedimos justo cuando al fin llegamos al lecho del Torrent.
Es una sensación de reencuentro con un viejo amigo cuando pones los pies de nuevo sobre una de esas rocas redondeadas por el paso del agua. La vista ya se pierde entre las paredes de piedra que se parte en dos colores por el intenso naranja que dibuja el sol y la sombra a la que aún le quedan unas horas para llegar al fondo, todo salpicado del verde de las plantas que se aferran a una vida en las alturas.
Seguimos entre vegetación al lado del torrente hasta que, en unos minutos, llegamos al Entreforc lugar donde se unen los dos torrentes que dan nombre al tramo final de este recorrido y a esta excursión. Como de costumbre, fue momento para hacer nuestra primera parada.
Envueltos en el silencio religioso, que sólo rompen los pajarillos que cruzan de lado a lado las lejanas cimas de la abertura, disfrutamos del maravilloso escenario que la naturaleza nos guarda cada año en este lugar y poco después, antes de que la ruidosa humanidad nos rompa el momento, volvemos al camino.
Ya literalmente recorriendo el Torrent de Pareis nos rodeamos de las rocas gigantes que se amontonan en este primer tramo, como siempre, espectacular el tamaño de algunas e increíble el efecto del agua a su paso para ir redondeándolas y suavizándolas como si fueran cuentas enormes.
Poco después del primer paso "complicado" que siempre nos hace mantener unos minutos el aliento, llegamos al final del amontonamiento donde impresiona la vista de lo que acabamos de superar, hacia arriba, decenas de metros de rocas que parecen haber sido empujadas hasta formar una colina ahí en mitad del lecho del torrente.
Y seguimos adelante a ratos sobre el fondo de grava y a ratos sobre piedras pasando los bots que van marcando los tramos del recorrido incluso saliendo del él, en algún momento, pasando por pequeños canales en la roca que el agua ha ido dejando y que forman pequeñas y afiladas crestas.
Al llegar a la cova des Romagueral, con su característica forma de pera o campana, paramos por segunda vez aunque no por necesidad, quizá un poco de sed si había, pero el motivo principal fue que murare tenía que sentarse en "su" sillón de piedra... hay costumbres que nunca cambian.
A pesar de ser día festivo, prácticamente no habíamos encontrado casi ningún excursionista más lo que nos estaba haciendo disfrutar más aún si cabe de esta ruta y del silencio de la naturaleza cuando nos paramos a descansar, además poco a poco se iba tapando el sol que, a pesar de que restaba color al paisaje, nos hacía los pasos un poco más ligeros.
Cuando reemprendimos la marcha, comenzamos el tramo más estrecho de la ruta, las paredes se unen hasta casi tocarse en algunos puntos, lisas y marcadas por el paso del agua, lecho de grava sólo interrumpido por enormes rocas incrustadas en el centro que apenas dejan un estrecho paso por el que continuar, pulidos y resbaladizos por el deslizar de tantas botas hacen que te sientas como un ratón en un laberinto de laboratorio, arriba y abajo, pasando por huecos y rampas, cuerdas y algún que otro charco que aún no se quiere despedir del Torrent camino a las nubes.
Todo acaba al llegar a los degotissos que son como el oasis particular donde siempre, siempre, se regalan unas gotas de agua fresca y pura.
De ahí, poco a poco, se van abriendo las paredes de roca, este es el tramo final que nos lleva hasta el mar y nos devuelve, de lleno, al bullicio turístico que tanto se asocia a la isla.
Así pues, el pasado viernes 15 de agosto, aprovechando el día festivo, nos levantamos casi a la hora de acostarse jaja para salir camino de Escorca y repetir, una vez más, una de las excursiones más bonitas de Mallorca, el Torrent de Pareis.
A eso de las 6.15h de la mañana ya estábamos dispuestos para comenzar a andar pero la noche, que no acababa de dar paso a la luz del día, nos retrasó unos minutos hasta que decidimos guiarnos, un poco por instinto, bajo la luz de la luna que fue quien nos acompañó en estos primeros pasos.
Poco a poco se iba viniendo la mañana sobre nosotros cuando empezábamos el descenso hacia el Torrent de Lluc, frente a nosotros, la siempre imponente brecha que da paso al cauce en su camino al mar.
Esta bajada, entre carrizo y piedras sueltas, es el tramo más tedioso de la ruta aunque es el lugar ideal para ver el cielo, camaleónico, ir cambiando de colores según se alza el sol, dejando atrás la oscura noche con colores rosa, púrpura y naranja que despedimos justo cuando al fin llegamos al lecho del Torrent.
Es una sensación de reencuentro con un viejo amigo cuando pones los pies de nuevo sobre una de esas rocas redondeadas por el paso del agua. La vista ya se pierde entre las paredes de piedra que se parte en dos colores por el intenso naranja que dibuja el sol y la sombra a la que aún le quedan unas horas para llegar al fondo, todo salpicado del verde de las plantas que se aferran a una vida en las alturas.
Seguimos entre vegetación al lado del torrente hasta que, en unos minutos, llegamos al Entreforc lugar donde se unen los dos torrentes que dan nombre al tramo final de este recorrido y a esta excursión. Como de costumbre, fue momento para hacer nuestra primera parada.
Envueltos en el silencio religioso, que sólo rompen los pajarillos que cruzan de lado a lado las lejanas cimas de la abertura, disfrutamos del maravilloso escenario que la naturaleza nos guarda cada año en este lugar y poco después, antes de que la ruidosa humanidad nos rompa el momento, volvemos al camino.
Ya literalmente recorriendo el Torrent de Pareis nos rodeamos de las rocas gigantes que se amontonan en este primer tramo, como siempre, espectacular el tamaño de algunas e increíble el efecto del agua a su paso para ir redondeándolas y suavizándolas como si fueran cuentas enormes.
Poco después del primer paso "complicado" que siempre nos hace mantener unos minutos el aliento, llegamos al final del amontonamiento donde impresiona la vista de lo que acabamos de superar, hacia arriba, decenas de metros de rocas que parecen haber sido empujadas hasta formar una colina ahí en mitad del lecho del torrente.
Y seguimos adelante a ratos sobre el fondo de grava y a ratos sobre piedras pasando los bots que van marcando los tramos del recorrido incluso saliendo del él, en algún momento, pasando por pequeños canales en la roca que el agua ha ido dejando y que forman pequeñas y afiladas crestas.
Al llegar a la cova des Romagueral, con su característica forma de pera o campana, paramos por segunda vez aunque no por necesidad, quizá un poco de sed si había, pero el motivo principal fue que murare tenía que sentarse en "su" sillón de piedra... hay costumbres que nunca cambian.
A pesar de ser día festivo, prácticamente no habíamos encontrado casi ningún excursionista más lo que nos estaba haciendo disfrutar más aún si cabe de esta ruta y del silencio de la naturaleza cuando nos paramos a descansar, además poco a poco se iba tapando el sol que, a pesar de que restaba color al paisaje, nos hacía los pasos un poco más ligeros.
Cuando reemprendimos la marcha, comenzamos el tramo más estrecho de la ruta, las paredes se unen hasta casi tocarse en algunos puntos, lisas y marcadas por el paso del agua, lecho de grava sólo interrumpido por enormes rocas incrustadas en el centro que apenas dejan un estrecho paso por el que continuar, pulidos y resbaladizos por el deslizar de tantas botas hacen que te sientas como un ratón en un laberinto de laboratorio, arriba y abajo, pasando por huecos y rampas, cuerdas y algún que otro charco que aún no se quiere despedir del Torrent camino a las nubes.
Todo acaba al llegar a los degotissos que son como el oasis particular donde siempre, siempre, se regalan unas gotas de agua fresca y pura.
De ahí, poco a poco, se van abriendo las paredes de roca, este es el tramo final que nos lleva hasta el mar y nos devuelve, de lleno, al bullicio turístico que tanto se asocia a la isla.
Una vez más, fue una excursión maravillosa en un lugar increíble. Repetirlo cada año es una forma más de disfrutar el paso de la vida. Así pues, ponemos punto y final a la temporada 2013-2014 aunque sin casi tiempo para dar descanso al blog, dentro de poco comenzaremos la nueva con un nuevo y emocionante reto!
Aquí dejo el álbum de fotos, como siempre, clicar en la imagen para acceder.
Hasta la pronto!
Víctor
Distancia total: 8,44km
Tiempo total: 5h 01min
Mapa de la ruta, clicar al enlace
(no es del todo preciso ya que en algunos tramos se pierde la señal GPS)
(no es del todo preciso ya que en algunos tramos se pierde la señal GPS)
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