viernes, 8 de mayo de 2015

Crónica: 10a etapa GR221 - de Lluc a Pollença

Hola!
Después de un bonito viaje y ya de vuelta en casa, vamos a dejar constancia de lo que fue nuestra última excursión de hace ya semana y media.
En una soleada mañana de primavera, salíamos en dirección a Pollença y, una vez que dejamos el coche junto al puente romano, llegamos en taxi hasta el monasterio de Lluc donde comenzamos esta décima etapa.
En nuestros primeros pasos que nos llevaban muy cerca de la carretera, íbamos disfrutando del valle que encierran algunas de las cimas más altas de la isla. Mientras, en un suave ascenso nos dirigíamos hacia el refugio de Son Amer.
El camino era una pista rural restaurada junto a un torrente de agua que nos acompañaba con el piar de los pajaritos en estas primeras horas de la mañana bajo las sombras de los pinos y encinas que guardan los lados del camino.
Poco antes de llegar al refugio, subimos unas pendientes algo más fuertes, ya completamente rodeados de encinas, hasta asomar al patio de las casas y justo al dejar atrás la construcción, paramos a merendar.
En ese punto, junto a nosotros, y mientras disfrutábamos de nuestras empanadas... y unos deliciosos regalices rellenos, un cartel nos recordaba que nos esperaban casi 5h de recorrido hasta nuestro destino, así que sin retrasarnos mucho, continuamos la marcha.
Desde ahí, comenzaba una subida siguiendo por una pista rural entre un pinar y algún que otro pequeño arroyo de agua que escapaba entre las piedras de algún muro, así, hasta que de pronto se acababan los árboles y salimos al pleno sol en un terreno que está en proceso de reforestación y después de atravesarlo, volvíamos al camino polvoriento entre el pinar, zigzagueando mientras ganábamos altura.
Conforme se iban acercando las horas del mediodía, el calor iba apretando cada vez más y, a pesar de que estábamos a la sombra de los árboles, ya se dejaba notar la llegada del verano.
A la vez que íbamos ascendiendo, el paisaje cambiaba hasta tomar ese aspecto tan característico de los encinares mallorquines. El camino se ennegrecía y se machaba de hojas caídas y los pinos dejaban paso a las encinas. La caliza se volvía gris roca y el carrizo desaparecía donde ahora crecía el musgo, en las zonas más húmedas.
Poco después de casi ser aplastados por una avalancha de bicicletas y todo lo que arrastraban tras de sí, nos desviamos a un mirador desde donde pudimos ver todo el camino que habíamos ascendido desde que dejamos Lluc hacía unas horas y después de recuperar el sendero y llanear en lo que sería el punto más elevado del día, apareció frente a nosotros, la figura imponente del puig Tomir y su redondeada cima que lo hace parecer más dócil de lo que en realidad es.
Así pues, salíamos del encinar en lo que se conoce como el Coll Pelat y comenzamos un descenso, nuevamente, siguiendo por un camino ancho de tierra roja que parecía conducir al interior de la montaña. Y un tiempo después de habernos cubierto, de nuevo, por el bosque de encinas atravesábamos la barrera que nos daba acceso a una pista asfaltada que nos llevaría hasta las casas de Binifaldó.
Poco antes de llegar, íbamos hablando sobre cierta encina que tiene una renombrada fama. La verdad es que en el mismo párquing de Binifaldó había unas encinas con un aspecto espectacular, troncos anchos y hojas verdes pero no se trataba de ninguna de ellas...
Seguimos dejando atrás las casas y esquivando de nuevo las bicicletas que nos topamos hacía unas horas y que otra vez descendían sin ningún cuidado, siguiendo por un curioso camino adecuado para que los ciegos puedan también disfrutar de un paseo por la naturaleza.
Y dicho camino, bajo el sol de las primeras horas de la tarde, nos llevó hasta la nombrada encina, la Alzina d'en Pere. En mi opinión bastante deslucida en un entorno tan árido, aunque a la vez, al estar tan solitaria, se hacia casi perfecta la esfera de su copa y crecían sus oscuras ramas en cualquier dirección haciéndola, cuanto menos, peculiar.
Pasado ese curioso lugar, seguimos por el ancho comino gris desde donde tuvimos las primeras vistas del mar Mediterráneo en el extremo norte de la isla, justo en la dirección en la que acaba esta aventura.
Seguimos descendiendo hasta tocar con la ladera del puig Tomir que ya se veía enorme desde esta posición y, a su sombra, continuamos por el camino que serpentea siguiendo el contorno de la montaña hasta convertirse en un sendero tapado de encinas donde al fin, paramos a comer.
Cuando nos pusimos en marcha otra vez, ya notábamos el cansancio de una larga etapa en nuestras piernas pero aún nos quedaba un buen tramo que recorrer que ya recordábamos de una anterior excursión que nos llevó exactamente por el mismo camino que ahora nos faltaba para acabar este día de excursión.
Desde que el camino nos dejó sobre el asfalto, fuimos bajando hasta llegar junto a la carretera principal desde donde veíamos alzarse, a nuestra derecha, la cima de Fartàritx que sabíamos que debíamos dejar atrás para llegar a Pollença.
Siguiendo el monótono tramo llegamos hasta el torrente de la Vall den Marc que, como la anterior vez, en cierto modo fue hipnótico después de tantos kilómetros de camino seco, y nos llevo casi hasta la entrada de Pollença paseando entre la húmeda vegetación que acompaña el curso del agua.
Ya entre las primeras casas, se plantaba frente a nosotros el Calvari de Pollença y en la misma calle que rodea el monte aparecía al fin el refugio del Pont Romà que marcaba el fin de la Gran Ruta 221 y que celebramos tomándonos un refrigerio en forma de premio.

Ha sido una aventura de diez etapas repartidas durante casi 7 meses. Algo que comenzó como una aislada propuesta se convirtió en realidad el pasado 25 de abril. Hubo días de calor, de lluvia, de frío, de viento y hasta de nieve. Hubo etapas muy largas y otras más cortas, algunas desde el mar y otras hasta tocar el cielo a más de mil metros de altura. Hemos pasado junto a los puntos más característicos de nuestra querida serra de Tramuntana, alguna vez por encima e incluso en algún momento hemos pasado bajo alguno de ellos. Rodeados de piedras desnudas o de espesos bosques de encinas hemos ido pasando por valles entre montañas y cimas que nos abrieron vistas maravillosas del camino que habíamos superado y del que nos quedaba por recorrer. Calles, caminos, senderos, veredas o simples hitos de piedra sobre piedra nos han traído hasta esa mesa donde celebramos, el triunfo conseguido. Muy bonita ruta y muy bonitos recuerdos quedarán para las próximas excursiones que seguro que nos llevaran en muchos casos por algún tramo de esta gran ruta.
Hasta la próxima.
Víctor





Distancia: 19,25km
Tiempo: 6h 30min
Distancia total acumulada: 138km 040m
Tiempo total acumulado: 2d 10h 20min

Mapa de la ruta, clicar al enlace
10a etapa GR221 - de Lluc a Pollença

Gráfica de altitud
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También dejo la imagen del perfil de altitud completo de toda la ruta GR221
Y el enlace para ver y descargar en dropbox Altímetro completo GR221
(Clicar en la imagen para ampliar)