domingo, 9 de agosto de 2015

Crónica: Torrent de Pareis 2015

Hola!
Hace unas semanas, concretamente el pasado 25 de julio, fuimos a recorrer, como es habitual de cada verano, el torrent de Pareis.
Una de las excursiones más bonitas que puede hacerse en la isla. Como ya la hemos descrito en varias ocasiones, este año me limitaré a publicar las fotos que también este año son algo diferentes, he decidido buscar detalles que muchas veces pasan desapercibidos o de los que en las fotos habituales no se aprecian.
Así que ahí quedan.
Por último diré que ya hemos comenzado a pensar hacia qué tipo de excursiones orientaremos la próxima temporada así que pronto estaremos de nuevo caminando la isla, hasta entonces, feliz verano.





domingo, 21 de junio de 2015

Crrónica: de Pollença al faro de Formentor

Hola!
Hace algo más de un mes, hicimos el "extra point" para poner la guinda al pastel que ha sido recorrer la GR221. Completamos el tramo que le falta a la conocida ruta hasta llegar al faro de Formentor y así pararnos donde ya no hay más isla por caminar. De punta a punta.
Se me ha pasado mucho el tiempo entre unas cosas y otras pero bueno, ahora que empezamos a hablar de ir a hacerle nuestra visita anual al Torrent de Pareis, se me ha despertado la necesidad de colgar la crónica de aquella última excursión.
Así pues, aquel pasado sábado 9 de mayo nos levantábamos más pronto de lo habitual y poco después de las 7 de la mañana ya dábamos nuestros primeros pasos desde el puente romano de Pollença en dirección al mar, hacia donde nacía el sol en una bonita mañana de primavera aunque aún algo fresca, eso sí.
Siguiendo el camino de Llenaire, fuimos al principio entre bonitas casitas de campo buscando las zonas soleadas para desperezarnos. Siempre con un ojo puesto en el tráfico, más intenso de lo que esperábamos, poco a poco se empezaba a despejar la vista, dejábamos atrás la urbanización y los árboles de sus jardines hasta que se nos abrió totalmente frente a nosotros el mar, aún a lo lejos, y el sol que ya se elevaba haciéndose notar en la temperatura. A la izquierda asomaba el Cavall Bernat, con su figura siempre imponente.
Una hora y media después de que dejáramos Pollença, llegábamos al Port.
Nos acomodamos en uno de los bancos del paseo junto a la playa y frente a un mar totalmente en calma y una arena aun desierta, paramos a descansar y merendar.
Lejos quedaba aún el lucero del norte insular así que, sin perder demasiado tiempo, seguimos nuestro camino.
A media mañana el calor ya había anunciado su presencia e intentábamos buscar las sombras que se acabaron cuando desde la última rotonda comenzábamos el ascenso ya sobre el asfalto de la carretera de Formentor y para darnos la bienvenida, un panel nos informaba de los 18 largos kilómetros que aún nos faltaban para conseguir nuestra meta.
Desde la cuesta sin fin que estábamos recorriendo, lo más bonito era girarse atrás para disfrutar de unas vistas estupendas del Port de Pollença que lucía espectacular con sus colores azul, blanco y verde, del mar, las casas y barquitas y los árboles de Tramuntana que llegan hasta aquí.
Una hora después, llegábamos, al fin, al mirador del Colomer. Muy animado ya de turistas, bicicletas, coches... y tres senderistas jeje
Fuimos a fotografiar el momento hasta el borde del acantilado junto al islote, y la peña del Fumat aparecía por encima de todo, como volcada hacia la carretera, marcando el siguiente hito a conseguir.
Después de tomar un pequeño refrigerio, salíamos en descenso hacia la playa de Formentor, al principio siguiendo por la carretera como habíamos hecho hasta ahora desde que dejamos el coche, pero de pronto, dimos con una indicación que nos lanzó por un sendero bajo los pinos que nos alejó del tráfico por un rato.
El bonito camino, aunque algo descuidado, nos dejó descansar del estresante ruido del ir y venir de coches, bicicletas y demás que ya recorrían esta zona a estas horas llevándonos a la sobra del pinar hasta pisar la blanca arena de Formentor.
Esta playa que ha llegado incluso a ser protagonista en anuncios publicitarios y uno de los puntos de reclamo turístico por excelencia de Mallorca, la verdad es que en pleno verano, no vale tanto la pena como pudiera esperarse. Pero a primeros de mayo, como era este el caso, era una verdadera delicia. La poca gente que había y la decena de atrevidos bañistas no entorpecían en absoluto disfrutar del blanco radiante de la arena y del mar transparente que acariciaba la orilla. Algunas barcas se habían acercado y salpicaban de blanco ahí donde las algas oscurecen el agua y las gaviotas se paseaban de un lado al otro del arenal esperando encontrar algo sabroso que llevarse al pico.
Fue un instante balsámico donde el tiempo se detuvo, en él se quedó el cansancio y el pensamiento del camino que aún nos quedaba y nos dejamos llevar por el frescor y la calma del momento.
Dejamos atrás la playa y nos adentramos por un paisaje absolutamente distinto. Después de atravesar el párking, seguimos por una pista ancha de una mezcla de arena y tierra, rodeada de pinar y matas bajas todo siempre muy descuidado, muy caótico, donde unas balizas de madera con unas simples rayas de colores intentaban orientarnos por dónde seguir.
Poco después se abría el terreno por donde lo que parecía que había sido usado para acumular material de construcción. Impregnado de una capa de polvo que a todo le daba un color terroso empeorado por los restos oxidados y destrozados de depósitos de hormigón. Un poco lamentable.
Seguíamos fiándonos de los palos de colores por un camino de grava blanca y piedras, cada vez ascendiendo más hasta que conseguimos ver la parte sur del Fumat señal que nos hizo pensar que nos habíamos equivocado. Deshaciendo un pequeño tramo, recuperamos el camino correcto y, siguiendo los pasos de un grupo de extranjeros franceses, poco después llegábamos junto a la carretera de nuevo.
Seguimos por la carretera con los franceses como si de una extensión de nuestro grupo se tratara hasta pasar a los pies del Fumat atravesando el túnel que nos dejó junto a la bajada y las vistas preciosas de la playa de Cala Figuera que radiaba un azul espectacular.
Mientras nos costaba separar la vista de la calita, nos encontramos con las primeras indicaciones del camino viejo del faro, uno de los motivos por los que habíamos decidido hacer esta larga excursión. Sobre el mapa, mientras que la carretera serpenteaba camino al faro, el camino viejo lo hacía relativamente recto salvando los zigzagueos de la ruta asfaltada, así pues, en cuanto vimos claro el camino, allá que nos fuimos.
En esos momentos la presencia de árboles se había convertido en algo casi excepcional. El camino seguía un sendero totalmente empedrado aunque difícil de caminar para los pies ya que no había ni una sola piedra que no andara suelta y el sol nos empujaba con fuerza hasta la última gota de sudor. En uno de esos tramos de piedra, escondido tras algunas elevaciones de rocas apareció, por fin, la figura del faro, a la vez tan cerca y tan lejos. Fue en ese instante la primera vez en que nos vino a la cabeza el pensamiento de desde dónde había empezado todo, lo lejos que estaba este lugar hace unos meses y lo cerca que lo teníamos ahora.
Nos dio fuerzas para completar el primer tramo del camino, y después de otro corto recorrido por la carretera, se presentaba un nuevo desvío para seguir la ruta del camino viejo y, con el faro ya casi al alcance de las manos nos pensábamos que a penas un momento nos separaba de él aunque no fue así.
El sendero seguía incaminable, como todo él, lleno de piedras sueltas, ramas desprendidas, en algunos casos árboles enteros nos cortaban el paso y por último, cuando veíamos que habíamos ascendido incluso más arriba que el propio faro, nos esperaba un descenso en zig-zag por una ladera prácticamente desmoronada justo donde ya no había más isla por donde llevar el camino.
Así pues, cuando volvimos a poner los pies sobre el asfalto, decidimos que, ciertamente, la manera más rápida y fácil de haber recorrido el último tramo, hubiera sido por la carretera, este camí vell está tan descuidado que apenas se tiene en pie. Una lástima.
Aún así, casi 8 horas después de comenzar esta excursión, cuando el sol apenas asomaba por el horizonte, subíamos los peldaños que nos daban acceso a la explanada del faro de Formentor.
El mar Mediterráneo nos paraba al fin los pies.

Acababa así una excursión que firmaba el final de esta temporada en la que hemos recorrido la isla de una punta a la otra, de un límite al otro, de un horizonte al otro. Y nos sentimos orgullosos de ello.
Caminets de Mallorca se despide hasta que el otoño haya llegado con la excepción del Torrent de Pareis que nos espera cada verano.
Hasta la próxima.
Víctor






Distancia: 30,00km
Tiempo: 7h 48min
Distancia total acumulada: 168km 040m
Tiempo total acumulado: 2d 18h 08min

Mapa de la ruta, clicar al enlace
de Pollença al faro de Formentor

Gráfica de altitud
(Clicar en la imagen para ampliar)

viernes, 8 de mayo de 2015

Crónica: 10a etapa GR221 - de Lluc a Pollença

Hola!
Después de un bonito viaje y ya de vuelta en casa, vamos a dejar constancia de lo que fue nuestra última excursión de hace ya semana y media.
En una soleada mañana de primavera, salíamos en dirección a Pollença y, una vez que dejamos el coche junto al puente romano, llegamos en taxi hasta el monasterio de Lluc donde comenzamos esta décima etapa.
En nuestros primeros pasos que nos llevaban muy cerca de la carretera, íbamos disfrutando del valle que encierran algunas de las cimas más altas de la isla. Mientras, en un suave ascenso nos dirigíamos hacia el refugio de Son Amer.
El camino era una pista rural restaurada junto a un torrente de agua que nos acompañaba con el piar de los pajaritos en estas primeras horas de la mañana bajo las sombras de los pinos y encinas que guardan los lados del camino.
Poco antes de llegar al refugio, subimos unas pendientes algo más fuertes, ya completamente rodeados de encinas, hasta asomar al patio de las casas y justo al dejar atrás la construcción, paramos a merendar.
En ese punto, junto a nosotros, y mientras disfrutábamos de nuestras empanadas... y unos deliciosos regalices rellenos, un cartel nos recordaba que nos esperaban casi 5h de recorrido hasta nuestro destino, así que sin retrasarnos mucho, continuamos la marcha.
Desde ahí, comenzaba una subida siguiendo por una pista rural entre un pinar y algún que otro pequeño arroyo de agua que escapaba entre las piedras de algún muro, así, hasta que de pronto se acababan los árboles y salimos al pleno sol en un terreno que está en proceso de reforestación y después de atravesarlo, volvíamos al camino polvoriento entre el pinar, zigzagueando mientras ganábamos altura.
Conforme se iban acercando las horas del mediodía, el calor iba apretando cada vez más y, a pesar de que estábamos a la sombra de los árboles, ya se dejaba notar la llegada del verano.
A la vez que íbamos ascendiendo, el paisaje cambiaba hasta tomar ese aspecto tan característico de los encinares mallorquines. El camino se ennegrecía y se machaba de hojas caídas y los pinos dejaban paso a las encinas. La caliza se volvía gris roca y el carrizo desaparecía donde ahora crecía el musgo, en las zonas más húmedas.
Poco después de casi ser aplastados por una avalancha de bicicletas y todo lo que arrastraban tras de sí, nos desviamos a un mirador desde donde pudimos ver todo el camino que habíamos ascendido desde que dejamos Lluc hacía unas horas y después de recuperar el sendero y llanear en lo que sería el punto más elevado del día, apareció frente a nosotros, la figura imponente del puig Tomir y su redondeada cima que lo hace parecer más dócil de lo que en realidad es.
Así pues, salíamos del encinar en lo que se conoce como el Coll Pelat y comenzamos un descenso, nuevamente, siguiendo por un camino ancho de tierra roja que parecía conducir al interior de la montaña. Y un tiempo después de habernos cubierto, de nuevo, por el bosque de encinas atravesábamos la barrera que nos daba acceso a una pista asfaltada que nos llevaría hasta las casas de Binifaldó.
Poco antes de llegar, íbamos hablando sobre cierta encina que tiene una renombrada fama. La verdad es que en el mismo párquing de Binifaldó había unas encinas con un aspecto espectacular, troncos anchos y hojas verdes pero no se trataba de ninguna de ellas...
Seguimos dejando atrás las casas y esquivando de nuevo las bicicletas que nos topamos hacía unas horas y que otra vez descendían sin ningún cuidado, siguiendo por un curioso camino adecuado para que los ciegos puedan también disfrutar de un paseo por la naturaleza.
Y dicho camino, bajo el sol de las primeras horas de la tarde, nos llevó hasta la nombrada encina, la Alzina d'en Pere. En mi opinión bastante deslucida en un entorno tan árido, aunque a la vez, al estar tan solitaria, se hacia casi perfecta la esfera de su copa y crecían sus oscuras ramas en cualquier dirección haciéndola, cuanto menos, peculiar.
Pasado ese curioso lugar, seguimos por el ancho comino gris desde donde tuvimos las primeras vistas del mar Mediterráneo en el extremo norte de la isla, justo en la dirección en la que acaba esta aventura.
Seguimos descendiendo hasta tocar con la ladera del puig Tomir que ya se veía enorme desde esta posición y, a su sombra, continuamos por el camino que serpentea siguiendo el contorno de la montaña hasta convertirse en un sendero tapado de encinas donde al fin, paramos a comer.
Cuando nos pusimos en marcha otra vez, ya notábamos el cansancio de una larga etapa en nuestras piernas pero aún nos quedaba un buen tramo que recorrer que ya recordábamos de una anterior excursión que nos llevó exactamente por el mismo camino que ahora nos faltaba para acabar este día de excursión.
Desde que el camino nos dejó sobre el asfalto, fuimos bajando hasta llegar junto a la carretera principal desde donde veíamos alzarse, a nuestra derecha, la cima de Fartàritx que sabíamos que debíamos dejar atrás para llegar a Pollença.
Siguiendo el monótono tramo llegamos hasta el torrente de la Vall den Marc que, como la anterior vez, en cierto modo fue hipnótico después de tantos kilómetros de camino seco, y nos llevo casi hasta la entrada de Pollença paseando entre la húmeda vegetación que acompaña el curso del agua.
Ya entre las primeras casas, se plantaba frente a nosotros el Calvari de Pollença y en la misma calle que rodea el monte aparecía al fin el refugio del Pont Romà que marcaba el fin de la Gran Ruta 221 y que celebramos tomándonos un refrigerio en forma de premio.

Ha sido una aventura de diez etapas repartidas durante casi 7 meses. Algo que comenzó como una aislada propuesta se convirtió en realidad el pasado 25 de abril. Hubo días de calor, de lluvia, de frío, de viento y hasta de nieve. Hubo etapas muy largas y otras más cortas, algunas desde el mar y otras hasta tocar el cielo a más de mil metros de altura. Hemos pasado junto a los puntos más característicos de nuestra querida serra de Tramuntana, alguna vez por encima e incluso en algún momento hemos pasado bajo alguno de ellos. Rodeados de piedras desnudas o de espesos bosques de encinas hemos ido pasando por valles entre montañas y cimas que nos abrieron vistas maravillosas del camino que habíamos superado y del que nos quedaba por recorrer. Calles, caminos, senderos, veredas o simples hitos de piedra sobre piedra nos han traído hasta esa mesa donde celebramos, el triunfo conseguido. Muy bonita ruta y muy bonitos recuerdos quedarán para las próximas excursiones que seguro que nos llevaran en muchos casos por algún tramo de esta gran ruta.
Hasta la próxima.
Víctor





Distancia: 19,25km
Tiempo: 6h 30min
Distancia total acumulada: 138km 040m
Tiempo total acumulado: 2d 10h 20min

Mapa de la ruta, clicar al enlace
10a etapa GR221 - de Lluc a Pollença

Gráfica de altitud
(Clicar en la imagen para ampliar)












También dejo la imagen del perfil de altitud completo de toda la ruta GR221
Y el enlace para ver y descargar en dropbox Altímetro completo GR221
(Clicar en la imagen para ampliar)

sábado, 25 de abril de 2015

Crónica: 9a etapa GR221 - de Cúber a Lluc

Hola!
Se me han pasado los días y aún tenía pendiente la crónica de nuestra última excursión.
Aquel sábado de buena mañana, con un cielo totalmente despejado, salimos de Felanitx camino a la sierra de Tramuntana que se alza a lo lejos tras una capa de bonita niebla que, a estas horas, cubre casi toda la isla. A medida que nos vamos acercando al norte, el sol va apareciendo por levante y con él se va pintando el paisaje de un color primaveral precioso.
Casi una hora después de dejar la cama, entrábamos en la sombra de las montañas y poco después, llegábamos al monasterio de Lluc. Después de dejar el coche tuvimos que esperar al taxista que... se tomó con calma su primer servicio del día... aix, pero bueno, al fin, algo después de las 9 de la mañana, comenzábamos a caminar junto al embalse de Cúber, donde lo dejamos hacía ya casi dos meses.
Y es lo maravilloso de esta isla. La última vez que estuvimos en ese lugar, la carretera estaba cortada a causa de la nevada, en los laterales del asfalto se acumulaba más de un metro de nieve y el embalse conservaba una buena parte de la superficie cubierta por una capa de hielo.
En el merendero junto a la font des Noguer ni siquiera se reconocían las mesas bajo la nieve, donde hoy podríamos pasar el día a la sombra de las encinas
Mientras el agua de la fuente ponía sonido a la mañana, dábamos nuestros primeros pasos siguiendo la gran canaleta de agua que corría llena casi hasta el borde, a la izquierda se alza la cima más alta de la isla, el puig Major y frente a nosotros allá en el valle el bonito embalse de Gorg Blau que estaba absolutamente en calma reflejando todo lo que lo rodea.
Después de nuestra merienda endulzada por unos estupendos Donuts, dejábamos atrás la canaleta para adentrarnos en la ladera y seguir el sendero entre las encinas en suave ascenso hasta que llegamos al pequeño puente junto a la font des Prat desde donde comenzaba un largo ascenso.
Poco a poco, a medida que íbamos ganando altura y pasada la font de ses Gallines íbamos dejando atrás la fresca sombra de las encinas y el camino se hacía más soleado y más caluroso. Casi de sombra en sombra de los cada vez más escasos pinos seguíamos caminando ya con la vista puesta frente a nosotros del collado. A nuestra derecha se alzaba imponente la cornisa rocosa donde se clava el puig Massanella y a nuestra derecha quedaba el valle de Comellar des Prat desde donde veíamos el paisaje sembrado de cimas que hemos ido dejando atrás durante todas estas etapas.
Así pues, ya zigzagueando entre carrizo bajo un sol radiante que mantenía el cielo absolutamente despejado recorrimos el último tramo hasta llegar, al fin, a la pared de piedra del coll des Prat.
Paramos un instante a disfrutar de las vistas que se alargaba hasta el norte de Tramuntana y a disfrutar de la satisfacción de haber superado el ascenso aunque no por mucho tiempo ya que decidimos que sería mejor encontrar una sombra que ahí bajo el sol.
Entonces nos desviamos hacia Galileu y comenzamos un fuerte descenso hasta el valle a los pies del puig donde tuvimos que resolver qué camino seguir, andábamos algo despistados aix... pero al final continuamos con un pequeño ascenso, con el que no contábamos, por la ladera de Galileu hasta pasar a la cara norte.
Mientras seguíamos el sendero en búsqueda de la ruta de descenso, disfrutábamos de las mejores vistas del día. Cuando llevábamos toda la ruta rodeados de montañas, se nos abrió el mar frente a nosotros, incluso el aire parecía arrastrar el olor salado y fresco e hizo que el paisaje cambiara radicalmente cayendo en picado desde nuestra altura hasta la orilla donde acaba la isla y entre medias, aparecía nuestro destino: el monasterio de Lluc.
Así pues, para superar ese desnivel comenzamos a descender por un precioso camino empedrado que se pega colina abajo como si fuera una serpiente infinita y mientras perdíamos altura rápidamente, intentábamos olvidarnos del dolor de pies que nos estaba causando esa fuerte pendiente donde caminar no era fácil sobre tanta piedra saliente.
Poco a poco nos fuimos envolviendo de nuevo de encinas, el desnivel se suavizó y en parte el sendero se hizo más agradable aunque el cansancio ya nos había derrotado las piernas cuando de entre los árboles empezó a llegar el murmullo de la gente y la silueta de Lluc se aparecía en el claro.
Casi cinco horas y media después de comenzar esta novena etapa, estábamos de nuevo en LLuc donde nos sentamos a comer, como unos domingueros más antes de volver a casa jaja.

Mañana, décima y última etapa, después de tantos pasos, todo llega a su fin y Pollença es el final de nuestra aventura que comenzó a finales del pasado mes de octubre.
Hasta mañana.
Víctor





Distancia: 14,35km
Tiempo: 5h 22min
Distancia total acumulada: 118km 790m
Tiempo total acumulado: 47h 50min

Mapa de la ruta, clicar al enlace
9a etapa GR221 - de Cúber a Lluc

Gráfica de altitud
(Clicar en la imagen para ampliar)

miércoles, 8 de abril de 2015

GR221 etapa 9 - de Cúber a Lluc

Hola!
Han pasado muchos días y muchas cosas así que han tenido que pasar dos meses para poder salir y continuar con nuestra ruta que al principio parecía que acabaríamos mucho antes de lo esperado pero que ahora ya no parece que nos sobrarán muchos días antes de que el asfixiante calor nos haga poner punto y final a esta temporada. Aun así, el objetivo de llegar hasta Pollença está a la vuelta de la esquina... o mejor dicho, a falta de dos excursiones.
Así pues, este sábado nos espera la novena etapa de esta aventura que nos llevará desde aquella nevada planicie del embalse de Cúber hasta el turístico monasterio de Lluc aunque seguro, con un clima muy distinto.
Hasta el sábado!
Víctor

Día, hora y lugar de partida: Sábado 11 de abril a las 7.00h en casa

Hora prevista de vuelta: sobre las 15.30h volveremos a estar en el coche

Dificultad: es una de las rutas más largas y seguro de las que más desnivel superaremos que junto con el clima, harán de ésta una de las más duras del recorrido


Previsión meteorológica: la previsión es bastante buena así que seguramente nos espera un día de sol y calor, a pesar del fresco matinal claro jaja y esperemos que no se atasquen las nubes entre las montañas como otras veces ha pasado.

(clicar en la imagen para verla ampliada)

Fotos web: fotos de internet del lugar que visitaremos para animar a la gente, NO son fotos de excursiones nuestras que ya hayamos hecho. Aquí os dejo una imagen de Cúber, del inicio de la excursión, y otra de Lluc, del final.


(clicar en la imagen para verla ampliada)

Ahí queda todo, ya sólo queda esperar al sábado para disfrutar de la ruta.
Saludos
Víctor

domingo, 15 de febrero de 2015

Crónica: 8a etapa GR221 - de Biniaraix a cúber

Hola!
Debido a las bajas temperaturas, estamos disfrutando en Mallorca de la muy inusual nevada que suele caer en contados días cada año, así pues se me ha acumulado el trabajo de crónicas.
Aquí dejo el enlace a la crónica de la séptima etapa que apenas ha tenido unas horas de protagonismo en el blog.

Apenas unos días después de nuestra última excursión, mientras buscábamos poner fecha para la siguiente salida, la cual se iba más allá de las cuatro semanas, las fuertes nevadas cambiaron el color de casi toda la sierra de Tramuntana. Al principio sólo fue una idea fugaz pero al final decidimos que teníamos que aprovechar que la nevada y la siguiente etapa que debíamos recorrer formaban un excelente ejemplo de estar "en el lugar y en el momento adecuado".
Así que el domingo, justo cuando el cielo se empezaba a pintar de color claro, salimos de nuevo de camino a Tramuntana.
Era una buena mañana en el cielo, no excesivamente despejado pero lo suficiente para atraparnos la vista ya desde que nos acercamos a la zona de Palma. Desde la carretera, las montañas se hacían gigantes con su color blanco pintándolas de mitad para arriba y aunque el sueño y el cansancio de un sábado físicamente agotador (al menos por mi parte) nos mantenía en silencio y algo aletargados, se nos pintaba una sonrisa en la cara al ver regresar la nieve a la maravillosa isla de Mallorca.
Poco después de las 8.30h de la mañana ya estábamos de vuelta en Biniaraix. Dejamos el coche junto al torrente casi en el mismo lugar que hacía una semana y nos pusimos en marcha hacia el barranco.
Después de atravesar el pequeño pueblo y dejar atrás el lavadero junto al camino ya encaramos la brecha por la que desciende el torrent de Biniaraix el cual tenemos intención de remontar hasta colarnos entre las cimas más altas de la serra.
Al llegar al curso del torrente, atravesamos el puente que se convierte en un sendero empedrado que al instante comienza a ascender.
Es una mañana fría, muy fría y las nubes, como de costumbre, se cierran sobre las montañas que parece que nunca son capaces de superar y tiñen de ese color pálido todo cuanto vemos, todo menos la nieve que salpica las cimas que curiosamente es lo único que tiene un color diferente.
El ascenso es un monótono camino que sólo se ve endulzado por el musical sonido del agua corriendo colina abajo saltando de una piedra a otra hasta que llegamos al gorg de can Catí que hoy se llena de agua que baja desde la cascada y sigue con fuerza hacia abajo.
Después de pararnos a merendar en ese rincón junto al curso del agua, algo que muy pocas veces podemos hacer, seguimos con nuestro ascenso hacia el coll de l'Ofre.
El camino sigue zigzagueando cada vez más atado a la pared del barranco, con su perfecto empedrado que se va tapando del blanco hielo que se ha formado a causa de la nieve machacada, lo cual hacía nuestros pasos más inseguros y lentos. La nieve se iba acumulando también conforme íbamos ganando altura y desde aquí, veíamos a lo lejos Sóller e incluso el faro de Muleta que nos daban una idea de lo lejos que puede llevarnos el simple hecho de caminar.
Mucho antes de llegar a la altura del salt dels cans ya nos veíamos rodeados de nieve, incluso la figura del Cornador parecía más imponente cuanta más nieve se iba acumulando en las laderas y las cimas más inaccesibles se mantenían desnudas con su color gris.
Así seguimos paso tras paso hasta llegar al collado junto a las casas del Ofre.
Aquí se abría el valle ya cubierto por completo de una gruesa capa de nieve, de las montañas que nos rodeaban, prácticamente ni rastro tapadas por las nubes.
Siguiendo el sendero de apenas medio metro de ancho que habían dejado otros excursionistas a su paso, nos dirigimos hacia el norte, no sin antes hacer alguna que otra estirada en esas zonas que nadie había tocado y tenían ese aspecto de merengue.
Cada paso que dábamos fuera del sendero, se hundía hasta casi las rodillas, así hasta llegar al pla de l'Ofre que corona una cruz de metal. Ahí, un grupo disperso de unas decenas de excursionistas hacían del lugar más parecido al campamento base de una alta montaña que a un lugar en la isla de Mallorca. A esta altura, rozando los 1000 metros de altitud la niebla cayó sobre nosotros hasta apenas dejar una visibilidad de unos metros, más allá era como nadar en un cuenco de leche: todo blanco.
Nada se veía ni se reconocía más lejos de lo que teníamos delante de la cara, apenas figuras en movimiento eran el resto de excursionistas y de nuestro destino, Cúber, ni rastro, sólo un débil reguero de pasos que se alejaba del lugar y se adentraba en la espesa niebla.
Después de fotografiar este maravilloso instante, seguimos uno tras otro hacia el valle donde debía estar el embalse.
Al poco de reanudar la marcha, llegamos a una arboleda de esas de película.
Es uno de esos escasos momentos en que nuestra mente deja de estar en Mallorca para volar a un lugar absolutamente diferente. La niebla se alzó lo justo para ver los troncos oscuros de los árboles rayar todo frente a nosotros, en el suelo, que no veíamos ni bajo nuestros pasos, capas y capas de espesa nieve que lo cubría absolutamente todo y rompiendo el silencio que este paisaje imponía, las gotas de deshielo que caían desde las ramas de los arboles marcaban un continuo tempo que nos animaba a seguir caminando para no acabar mojados de agua helada.
En algunos claros aparecían árboles con las ramas cargadas de nieve hasta hacerlas bajar rindiéndose a la fuerza incluso algunos que habían cedido completamente y yacían ya volcados y casi ocultos bajo el manto blanco y pensamos que sólo haría falta una repentina nevada para borrar el camino y encontrarnos en un lugar absolutamente desconocido para nosotros a pesar de haberlo recorrido varias veces en el pasado.
Así, paso a paso salimos de la vegetación y la niebla se despidió de nosotros como quién deja escapar a un pájaro enjaulado y de pronto, a lo lejos, aparecía el embalse de Cúber.
A nuestra derecha se alzaban Sa Rateta y Na Franquesa, dos de los tres "miles" que flanquean este valle, rodeados de nubes dispersas que contrastan con el cielo azul que hoy tiene ese azul, tras las nubes, que sólo tiene el cielo después de una tormenta, brillante y profundo, y la nieve, que allí sólo ha conseguido agarrarse a algunos salientes, aquí abajo había convertido este despejado valle en una nube gigante e impoluta.
Ya junto al embalse nos sorprendió que parte de él seguía aún cubierto de una fina capa de hielo y cuando ya empezábamos a ver el final de esta preciosa excursión, otra gente que nos íbamos encontrando en sentido contrario nos informaron de que la carretera estaba cortada, así pues, la idea de que nuestro taxi llegara aquí para recogernos se iba esfumando.
Después de pasar sobre la presa atascada de nieve, recorrer todo el camino que bordea el embalse y llegar, al fin, hasta la carretera, confirmamos que no había tráfico abierto en la carretera y que debíamos volver a pie hasta Biniaraix.
En este punto habíamos acabado formalmente nuestra octava etapa, apenas 10km nos habían ocupado 5h de caminata y decidimos seguir la carretera por si más abajo se abría el tráfico y podíamos seguir con el plan del taxi para no volver por el camino hecho a través de la nevada y descender el barranc con su empedrado peligrosamente congelado.
Así pues nos pusimos en marcha por el asfalto que había sido liberado de la nieve que se amontonaba en la cuneta alcanzando una altura y un grosor impresionante.
El primer tramo ascendía hasta la base militar donde las vistas del puig de ses Vinyes y su pared vertical era impresionante así como el aspecto de la carretera rodeada de nieve y árboles tapados de blanco. Desde ahí ya comenzamos a descender y a la vez a buscar un modo y un lugar donde parar a comer.
Después de pasar por el túnel, oscuro y con un incesante goteo de agua desde todas partes, acompañado de un tiro de viento helado llegamos hasta un grupo de excursionistas que se habían apostado sobre un montón de nieve a modo de barra de bar lo cual nos dio la solución para calmar el hambre que ya, sinceramente, nos estaba ganando las fuerzas.
Un poco más abajo paramos pues en una de esas cunetas llenas de nieve, sacamos nuestros cacharros y al fin comimos.
Ahí sentados sobre la nieve resultaba irónico pensar en lo que llevábamos recorrido en esta aventura, días calurosos de sol que acabaron tomando un refresco junto a la playa llena de bañistas, lluvia que nos caló hasta los huesos, viento que no nos dejaba ni entendernos a pesar de estar uno junto al otro… y ahora ahí estábamos en ese momento, sentados sobre la nieve. Y todo ello en Mallorca.
Después de comer continuamos nuestro descenso por la carretera que cada vez se iba llenando de más y más gente y cada vez con menos aspecto de excursionistas, lo cual nos hizo pensar en que estábamos cerca de donde los coches podían llegar y así fue en parte, cuando pasado el punto kilométrico nº 42 llegamos a un valle repleto de gente. Justo cuando llegamos vimos un cartel de GR221 que inicaba Fornalutx a 1h de camino siguiendo por el sendero de curioso nombre "s'alzina fumadora".
Aún recordábamos como en nuestra última excursión, en el tramo final y junto a Binibassí, de camino a Biniaraix, vimos un desvío en dirección a Fornalutx asi que sumando tiempos esperábamos en apenas hora y media quizá estar ya en el coche. Vistas las previsiones, nos olvidamos del taxi y seguimos el sendero alejándonos del bullicio estridente de la gente.
El camino se adentraba en un bonito pinar y superaba un monte "decorado" por la nieve y desde donde veíamos el cielo ir tomando un color anaranjado, después descendimos y casi media hora después escuchábamos otra vez la gente y llegamos nuevamente a la carretera.
En verdad estábamos un poco desorientados al principio porque no nos esperábamos encontrar una carretera al final del paseo pero de pronto nos dimos cuenta de dónde habíamos ido a salir pues teníamos frente a nosotros el punto kilométrico nº 43.
Habíamos recorrido un camino de montaña de casi media hora para avanzar apenas unas centenas de metros que podríamos haber hecho siguiendo la carretera en unos minutos...
Aix.
Bueno, después de ese desagradable momento vimos por donde continuaba el camino de la ya no tan simpática alzina fumadora, la cual no conocimos por cierto, y comenzamos un fuerte descenso por un bonito camino empedrado hasta llegar a Fornalutx.
La nieve había desaparecido ya totalmente de nuestro alrededor y el sol había bajado hasta asomarse bajo las nubes y pintarlo todo de atardecer.
Después de dejar atrás el pueblo, continuamos por un tramo de carretera y salimos en el primer desvío que nos llevó a Biniaraix sin pasar por aquel camino que esperábamos tomar, y es que quedaba más arriba aún, pero bueno la verdad es que por ese día, ya habíamos tenido suficiente.
Finalmente estábamos en el coche con una cuenta final de 9 horas y algo más de 24 kilómetros y una desagradable sorpresa:
el afán recaudatorio de las asquerosas autoridades había ordenado multar, en un día tan señalado a causa de la nieve a todo aquel que había aparcado en el tramo entre Sóller y Biniaraix, tramo en el que siempre se ha aparcado sin ser multado y donde no existe ninguna prohibición de aparcar salvo que, curiosamente, es un tramo interurbano considerado como carretera, con lo cual, está prohibido aparcar según la ley vial aunque en ningún lado se dé a conocer el tipo de vía de que se trata.
Vomitivo que aprovechen un día así para hacer caja. Las ganas de joder y de aprovecharse de la gente no tiene límites para la clase política, nadie de los que aparcaron en plena carretera de los muchísimos que lo hicieron camino a Lluc fueron multados, porque no hay HUEVOS es más fácil hacerlo a escondidas en donde nadie vaya a protestar, cobardes.

En la cuenta del kilometraje y tiempo sólo sumaré lo que cuenta para la ruta GR221.
Ya hemos superado los 100 kilómetros de ruta! :)
Hasta la próxima.
Víctor





Distancia: 10,17km
Tiempo: 4h 55min
Distancia total acumulada: 104km 440m
Tiempo total acumulado: 42h 28min

Mapa de la ruta, clicar al enlace
8a etapa GR221 - de Biniaraix a Cúber

Gráfica de altitud
(Clicar en la imagen para ampliar)

Crónica: 7a etapa GR221 - de Deià a Biniaraix

Hola!
Hemos tenido unas semanas muy ajetreadas que, junto a mi habitual pereza a la hora de editar las crónicas, han hecho que se me acumule el trabajo jeje pero bueno, allá vamos.
El último día de enero salíamos de nuevo de excursión otra vez, en una mañana fría y gris.
De camino a Sóller, ni una sola vez vimos la luz del sol abrirse paso entre la espesa capa de nubes y es que durante toda la semana no cesó la lluvia y teníamos serias dudas de que ese sábado no nos cayera una buena ración de agua.
Poco después de "pasar por el tubo" llegamos a Biniaraix donde dejamos el coche y nuevamente, el servicio de taxi nos devolvió al último punto recorrido allá en Deià.
Así pues, poco antes de las 10 de la mañana, dábamos nuestros primeros pasos descendiendo hacia cala Deià donde habíamos decidido parar a merendar.
La pequeña calita estaba casi totalmente tapada de algas que el mar empujaba cada vez más cerca del triste chiringuito veraniego que durante estos meses de invierno luce un aspecto destartalado empotrado justo donde las laderas se desmoronan. El mar revuelto no brillaba con su color turquesa ni siquiera donde el torrente descargaba litros de agua dulce a la salada costa norte de Tramuntana, y mientras, nosotros buscábamos un rincón donde el viento nos dejara disfrutar de nuestras empanadas.
Sin perder mucho tiempo para no coger frío, seguimos nuestra ruta, esta vez, deshaciendo los pasos hechos hasta llegar, un poco más arriba, de nuevo junto al pont de sa Cala donde dejamos el asfalto para adentrarnos en el húmedo pinar y seguir con nuestro ascenso.
Poco a poco íbamos dejando atrás la oscuridad sombría del estrecho valle de la cala y empezaba a asomarse el mar y se iba alargando la línea del litoral. Una vez que cruzamos la carretera, seguimos por un camino que unía varias grandes fincas con magníficas vistas al mar incluso desde donde veíamos asomarse los Còdols Blancs que ya quedan atrás junto a cala Deià, hoy poco lucidos por el tono gris que lo cubre todo.
El camino seguía ascendiendo, ahora mezclando tramos de pinar con tramos de encinar pero a la vez todo rodeado del encanto de un camino de Tramuntana, empedrado en ciertos lugares dibujando un sendero blanco entre la vegetación y en otros sobre un lecho de tierra oscura salpicado de olivos que impregnan de su característico olor toda la ruta.
Con la vista buscando los huecos que nos dejan ver entre las ramas de los árboles el mar pintado de puntas blancas, llegamos al fin a Son Coll desde donde acababa este largo ascenso y poco después nos llevaba hasta la font de ses Mentides, escondida en un verde y diminuto valle donde un pequeño arroyo corría desde el hueco de la pared de la fuente por el canal ladera abajo.
Desde ahí el camino ascendía hasta llegar a la altura de un solitario e inmenso pino que vigila, desde lo alto, unos campos de cultivo donde tuvimos la inesperada visita de un "semejante" jaja y poco después, pasando por el patio de la finca de Can Prohom, llegamos al destartalado oratorio de Castelló, que sigue en pie gracias al abrazo metálico de las bigas a pesar de las decenas de grietas que rayan desde sus paredes hasta la diminuta capillita que sujetaría en su día una campana.
Qué triste tocar el paso del tiempo, qué triste contemplar la decadencia...
Después de unos pasos de nuevo por la carretera, salimos siguiendo un nuevo camino asfaltado que dejaríamos al salir de él en dirección al refugi de Muleta.
Ahora en una ancha pista rural descendíamos entre el pinar hasta llegar a un cruce donde seguimos un sendero que se adentraba hacia un cerro que poco después se convertiría en un camino lleno de piedras, que no es lo mismo que empedrado, donde se hacía hasta complicado caminar sin tropezar entre los huecos. Aún así, desde allí, tuvimos las primeras vistas sobre el Port de Sóller y el faro de Muleta que asomaba tras los árboles.
Al llegar al refugio, el viento era fortísimo y aunque había llegado la hora de parar a comer, ni nos planteamos hacerlo en aquella terraza donde a penas podíamos hablar. Una pena no poder disfrutar de un día soleado de esas magníficas vistas, así pues, decidimos seguir bajando hasta llegar junto a la playa donde encontramos un rincón donde probar el invento de las bebidas autocalentables jaja.
La verdad es que no se calentaron lo suficiente como para darles un excelente pero una bebida caliente en un día de excursión, frío como este, al menos te calienta el espíritu jeje.
Después de comer seguimos las calles hasta llegar a la carretera que une el Port con Sóller y siguiendo las líneas del tren, que al menos le daban un toque especial a esto de caminar por la carretera, llegamos junto a lo que parece ser el comienzo del pueblo.
Sóller es como si hubiera pasado un avión Beluga y hubiera descargado cientos de casas desde el cielo. Es un total laberinto de caminos, corrales, calles y casas, todo esparcido por el valle donde la única manera de orientarse es poner una referencia al frente y seguir lo más recto posible intentando no perderse entre la vía del tren, coches o el torrente que se cruzan, una y otra vez.
Y así hicimos, caminamos con la vista puesta en el lejano campanario de la iglesia de Biniaraix que luce como un faro a los pies de la brecha dels Cornadors.
Al rato de caminar por el desparramado pueblo, y más cerca del final de esta excursión, nos topamos en un desvío con unas indicaciones del GR221 que nos alejaban del pueblo hacia el monte desviándonos, aparentemente de la dirección vial a Biniaraix.
Estábamos cansados y con ganas de llegar al coche, pero mi madre y yo optamos por seguir la ruta oficial que aseguraba que en unos 45 minutos estaríamos en Biniaraix, mientras que mi padre, sucumbió a la presteza que parecía garantizar seguir por las calles así que dividimos el grupo.
Por nuestra parte, nada más desviarnos, seguimos por un camino asfaltado que ya de un primer momento hizo desaparecer el ruido del tráfico que habíamos llevado casi desde que salimos del Port de Sóller y ascendía poco a poco descubriéndonos unas bonitas vistas de Sóller que desde la lejanía, hace desaparecer el asfixiante laberinto de calles del que está formado. La bonita iglesia se alzaba en mitad del valle protegida de altas montañas que se veían iluminadas con discretas columnas de luz que caen de entre las nubes y más hacia el norte, allí siguen las casas de Biniaraix que no parecen estar en la dirección en que caminamos. Paciencia.
Con muchas dudas sobre qué tipo de camino íbamos a seguir, de pronto nos adentramos en un estrecho sendero rodeado de verde vegetación que nos llevó hasta las casas de Binibassí que se planta en mitad del monte con unas bonitas vistas en perspectiva y, dejando un camino que nos llevaría a Fornalutx, seguimos ya con Biniaraix al fin al frente.
Después de atravesar la carretera que une Sóller con Fornalutx, seguimos por un camino empedrado que ascendía suavemente en dirección a Biniaraix, este último tramo nos regaló un paseo entre antiguos lavaderos que se alimentaban de un riachuelo de agua que serpenteaba por los canales que atravesaban el camino de un lado a otro para hacer pasar el agua por las picas de piedra aprovechando el natural correr de ésta hasta unirse al torrente que habíamos atravesado junto a la carretera.
Y así, después de seis horas de excursión, llegábamos de nuevo al coche, dónde ya nos esperaba Pepe desde no hacía mucho, poníamos punto y final a una bonita, larga y variada etapa y volvíamos a casa.

Hasta la próxima.
Víctor






Distancia: 19,82km
Tiempo: 6h 01min
Distancia total acumulada: 94km 270m
Tiempo total acumulado: 37h 33min

Mapa de la ruta, clicar al enlace
7a etapa GR221 - de Deià a Biniaraix

Gráfica de altitud
(Clicar en la imagen para ampliar)

viernes, 30 de enero de 2015

GR221 etapa 7 - de Deià a Sóller

Hola!

Parecia que no nos atreveríamos esta semana a asomar el hocico, como teníamos previsto, pero, aunque el tiempo se ha puesto muy muy feo para estos días, parece ser que nos dará una pequeña tregua justo el sábado... o eso creemos jaja
Así pues, mañana pondremos de nuevo rumbo a Tramuntana para continuar con la ruta GR221 en nuestra séptima etapa. Esperemos volver sanos, salvos... y secos! jeje
La ruta oficial, se detiene en el refugio del Port de Sóller, pero nosotros seguiremos hasta Sóller para acabar justo a los pies del torrent de Biniaraix.
Saludos
Víctor

Día, hora y lugar de partida: Sábado 31 de enero a las 8.00h en casa

Hora prevista de vuelta: sobre las 15.30h volveremos a estar en el coche

Dificultad: no es una ruta complicada en absoluto pero seguro que habrá que tener en cuenta el tiempo y el paseo extra hasta Sóller que seguro conseguirá agotarnos.


Previsión meteorológica: está la cosa como para cerrar los ojos y no abrirlos hasta dentro de una semana, a no ser que te gusten las tormentas jaja bueno esperemos que podamos esquivar a las lluvias.

(clicar en la imagen para verla ampliada)


Fotos web: fotos de internet del lugar que visitaremos para animar a la gente, NO son fotos de excursiones nuestras que ya hayamos hecho. Aquí os dejo una imagen del tramo conocido como el camí de Son Calderó y una imagen de las vistas del Port de Sóller.


(clicar en la imagen para verla ampliada)

Ahí queda todo, ya sólo queda esperar a mañana para disfrutar de la ruta.
Saludos
Víctor

viernes, 23 de enero de 2015

Crónica: 6a etapa GR221 - de Valldemossa a Deià

Hola!
El pasado sábado nos levantamos temprano para salir a recorrer la sexta etapa de nuestra ruta GR221. Esta vez teníamos la meteorología a nuestro favor, el cielo casi totalmente despejado sólo se tapaba discretamente en las montañas de Tramuntana y un ligero aire movía algunos árboles de camino a Deià.
Una vez en este pintoresco pueblo, ya a la sombra de la cara norte, dejamos el coche y recorrimos en taxi el tramo hasta Valldemossa desde donde comenzaríamos a caminar justo donde lo dejamos hace unas semanas.
En los primeros pasos nos acompañaban los rayos del sol que caían tímidamente sobre el valle colándose entre las nubes, aunque aún no eran suficiente para calentar la mañana y un frío intenso nos llevó por el carrer de ses Oliveres hasta el inicio del sendero.
Desde ahí comenzamos la primera subida.
El primer tramo del camino serpentea entre un pinar de tierra roja con cientos de piedras blancas arrastradas por el agua que corre pendiente abajo con la caída de las lluvias. Más arriba, se va mezclando el paisaje con encinas y aunque el ascenso es duro, siempre es menos duro un paseo entre las encinas de Tramuntana.
A medida que íbamos recorriendo las cuestas en zigzag, empezamos a notar el gusanillo y casi una hora después de haber dejado Valldemossa, al fin llegamos al pla del Pouet donde paramos a merendar.
Mientras disfrutábamos de nuestras panades, comentábamos el trabajo de acondicionamiento forestal que está teniendo esta zona. Toda la planície, cubierta de encinas, está cuidada y limpia de ramas y leña caída, el pozo está siendo restaurado y unas nuevas señalizaciones se han instalado. Tristemente sigue habiendo nula referencia al GR221, algo que en las primeras etapas nos pareció una sorpresa y ahora ya nos parece increíble.
Bueno, después de reponer energías, continuamos nuestro camino atravesando el llano hasta seguir en ascenso junto a las rocas.
El sendero ahora seguía sobre las peñas grises desde donde tenemos las primeras vistas al oeste de la isla, el sol que se refleja sobre la bahía de Palma, nos dibuja una silueta de la ciudad que cae más allá de las montañas junto al mar.
El ascenso sigue aunque más suave que en el primer tramo de la mañana y, a pesar del cansancio, nos mantuvo en buena temperatura ya que, nuevamente, la cadena montañosa había atrapado las nubes que se hinchaban de humedad y que hacían imposible que el sol nos acompañara como hacía en el resto de la isla.
Así pues, llegamos hasta el mirador de Can Costa. Unos metros antes, deseábamos llegar a este lugar para disfrutar de unas vistas espectaculares que ya conocíamos de otras veces pero cuando estuvimos ahí, a duras penas se podía caminar entre sacas de material y depósitos de agua que ayudarán a restaurar lo que queda de estas paredes pero que hoy restaban encanto a este sitio.
Aún así, entre una cosa y la otra, conseguimos unas buenas fotos y un buen recuerdo de las vistas sobre el mar y la sierra que se extiende en dirección a Andratx. También recordamos las etapas pasadas y desde aquí nos despedimos de la comuna de Valldemossa, el vall de Planici y hasta el Galatzó que asoma en último lugar.
Seguimos el camino hasta alcanzar el punto geodésico y, poco después, llegamos al refugi de s'Arxiduc, desde ahí, se alza frente a nosotros la pared dels Cingles de Son Rul·lan y por el valle, el ir y venir de las aves nos guían la mirada hasta Deià que aparece a lo lejos al norte.
Comenzamos entonces un breve descenso que nos llevaría hasta el collado de Son Gallard, donde se unen varios senderos y, siguiendo nosotros un nuevo ascenso, pocos minutos después, nos desviamos por un camino que nos llevaría hasta la cova de s'ermità Guiem o ermita de Hesychia, como bautiza una losa sobre la puerta de la entrada a este curioso lugar que sigue casi idéntico a como lo descubrimos hace unos años, con sus libros, sus estampas religiosas y con sus armoniosos mensajes que nos desea quien sea que cuida de este lugar.
Después de abandonar este "oasis" continuamos el ascenso, ahora sí, bastante acusado, hasta llegar a la loma del monte algo después de dejar atrás los árboles y salir a cielo descubierto sobre esta cima rocosa.
Desde aquí se abre ante nosotros una vista espectacular de 360º, aún así, lo que llama más nuestra atención es na Foradada que aparece por primera vez frente a nosotros allí donde la isla se une al mar, con su forma de gancho y su pequeña ventanita. Más al norte, la cima del puig Caragolí intenta mezclarse entre varias elevaciones.
Y allá que vamos, recorriendo uno de los caminos más bonitos de la zona, bordeando la cornisa del acantilado dels Cingles, un sendero empedrado nos lleva serpenteando sin alejarse ni un momento de las vistas sobre el mar que nos atrapa la mirada para hacernos olvidar la caída de la que sólo nos separan unos pasos. El viento frío hacía rato que nos había enrojecido la cara cuando, a pocos pasos del puig Caragolí, nos desviamos en dirección Deià que quedaba ya a lo lejos después de un previsible largo descenso.
A los pocos minutos, decidimos parar a comer y disfrutar de la vista del valle con la cadena de montañas que se extiende hacia el norte y aunque buscamos un lugar donde estuviéramos protegidos del aire frío, la temperatura bajó el termómetro hasta los 5ºC, lo que aceleró la partida antes de quedarnos helados.
Poco después de haber reemprendido la marcha, mientras nos acercábamos de nuevo a la pared del acantilado, apareció de detrás de la cornisa un grupo de buitres que sin esfuerzo alguno, recorrían el valle con su pausado vuelo. De un tamaño espectacular, alas gigantes y una silueta majestuosa, iban i venían contrastando con el alboroto que formaba otro grupo de aves menores.
Después de intentar conseguir alguna buena fotografía de ese gran momento, bajamos unos zigzag de piedras que parecen conducir a nada y escondido entre la pared y el cielo, apareció el camino que se agarraba al acantilado para comenzar el descenso dels Cingles de Son Rul·lan.
Normalmente, después de comer no suele quedar un recorrido ni largo ni especialmente atractivo, pero en este caso, el camino que nos llevaba de nuevo al valle, era un espectáculo para la vista. En fuerte descenso entre encinas y sin alejarnos más que unos metros de la pared vertical, casi estamos obligados a parar a cada paso ya que las vistas y el lugar en si mismo, es espectacular. El sol al fin había conseguido aparecer y en estas primeras horas de la tarde, iluminaba el litoral con su luz anaranjada, el mar en calma contrastaba de azul oscuro con el cielo ahora celeste y la arboleda verde se extendía como un ancho camino hasta Deià que salpica de casitas un hueco entre las montañas. Más allá, el puerto de Sóller también ha querido asomarse a este día y ya nos espera para la próxima excursión.
Poco a poco fuimos dejando atrás la montaña atravesamos la ladera de encinas con una inclinación que obligaba al sendero a ir de un lado a otro para hacer el descenso algo menos brusco y más tarde nos adentramos en un pinar, con sus caminos flanqueados de carrizo y su tierra rojiza hasta que, como en toda excursión, empezamos a dar con las urbanizaciones.
Ya sobre asfalto giramos las últimas vueltas que atraviesan el Hotel Es Molí hasta dar con la carretera principal y de ahí, una centena de metros más, ya junto al pueblo, y llegamos al coche que habíamos dejado hacía más de seis horas en la mañana y donde acababa una excursión preciosa que nos llevó hasta rozar el kilómetro de altitud.

Hasta la próxima.
Víctor







Distancia: 12,26km
Tiempo: 6h 18min
Distancia total acumulada: 74km 450m
Tiempo total acumulado: 31h 32min

Mapa de la ruta, clicar al enlace
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miércoles, 14 de enero de 2015

GR221 etapa 6 - de Valldemossa a Deià


Hola!
Arranca el nuevo año y con él una nueva excursión!
La verdad es que llevamos un ritmo buenísimo de excursiones que nos hace disfrutar la aventura de recorrer el gr221 ya que mantenemos muy vivos los recuerdos de lo que hemos dejado atrás.
Con esta excursión superamos ya la mitad del recorrido y también entramos en la zona que más conocemos. Muchos de estos caminos que caminaremos o cruzaremos ya los hemos visto en otras salidas pero el hecho de formar parte de este propósito hará que sea especial cada paso que demos.
Así pues, este fin de semana nos volveremos a ver con nuestra querida serra de Tramuntana.
Allá vamos!.
Saludos
Víctor

Día, hora y lugar de partida: Sábado 17 de enero a las 8.00h en casa

Hora prevista de vuelta: sobre las 15.30h volveremos a estar en el coche

Dificultad: gran parte de esta ruta ya la hemos caminado otras veces, hay un par de subidas bastante pesadas pero las vistas compensan.


Previsión meteorológica: la verdad es que la última vez tuvimos mucha suerte con el tiempo y para este fin de semana nos vuelve a tener pendiente.


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Fotos web: fotos de internet del lugar que visitaremos para animar a la gente, NO son fotos de excursiones nuestras que ya hayamos hecho. Aquí os dejo una imagen del tramo conocido como el camí de s'Arxiduc y una imagen de las vistas de sa Foradada.



(clicar en la imagen para verla ampliada)

Ahí queda todo, ya sólo queda esperar al sábado para disfrutar de la ruta.
Saludos
Víctor

miércoles, 7 de enero de 2015

Crónica: 5a etapa GR221 - de Esporles a Valldemossa

Hola!
Caminets de Mallorca os desea feliz año 2015!
Sí, estamos un poco cansados ya de dar y recibir todo tipo de felicitaciones pero desde aquí no podíamos ser menos jaja.
Empieza un nuevo año y con él llega la primera crónica de la última excursión que nos dejó el pasado año 2014.
Aquella semana de Navidad había hecho un tiempo fantástico en general, frío pero casi ni rastro de nubes en el cielo, pero aquella mañana de domingo quiso gastarnos una inocentada y amanecía con muy mala cara.
Las previsiones habían cambiado y pronosticaban un día de lluvia y mucho viento, pero como es de costumbre en nosotros, nada de eso consiguió dejarnos en casa. Poco después de las 9 de la mañana estábamos ya en Valldemossa, donde acababa nuestra ruta, para volver en taxi hasta Esporles desde donde comenzar a caminar. Pero nadie se atrevía a salir del coche. El cielo completamente tapado, todo gris oscuro, algunas gotas de lluvia cayendo sobre el cristal delantero y un viento que aullaba entre los árboles nos advertían que posiblemente no era el día más adecuado para hacer excursiones.
Y así pasaron los minutos, sin decidirnos ni a comenzar ni a abandonar hasta que la cabeza pensante de Pepi planteó ir a Esporles a ver qué cara tenía el día desde allí ya que, en teoría, las previsiones mejoraban algo de cara a mediodía.
Así pues, prácticamente sin ningún convencimiento por parte del 66% del grupo, allá que nos fuimos y cual fue nuestra sorpresa cuando al llegar, apenas 10km más lejos de donde estábamos hacía unos minutos, ciertamente el cielo estaba algo más despejado dejando caer los rayos del sol sobre la mañana de Esporles, así que dejamos el coche y nos pusimos a caminar.
La verdad es que era una mañana muy fría y el viento soplaba con mucha fuerza a pesar de haber salvado, momentáneamente, las nubes. Mientras subíamos por el camino junto al torrent dejando el pueblo a nuestra espalda, se alza frente a nosotros la moleta de son Cabastre. Poco después, siguiendo ya un camino asfaltado, entrábamos a la finca del mismo nombre y seguimos ascendiendo en dirección al coll de sa Basseta.
Aún colgaban en una bolsa nuestras empanadas mientras buscábamos un lugar apetecible donde parar, pero aquella larga subida por esa aburrida pista asfaltada nos retrasó la merienda hasta que no salimos de ella para adentrarnos, al fin entre el pinar, por el camino de Coma Llobera.
Después de merendar y reponer energías a cobijo del viento seguimos en ascenso hasta llegar al coll de sa Basseta que separa el penyal Vermell de la moleta de son Cabastre y donde se sitúa, convenientemente, un pequeño abrevadero y mientras va cambiando el paisaje que nos rodea, de pinar y tierra roja a encinas y piedra, continúa nuestro camino subiendo ahora por una cuesta aún más dura que acaba, poco después junto a un improvisado mirador de la bahía de Palma.
Desde ahí se nos descubrió una bonita vista sobre Palma y el mar que se extiende desde la catedral hasta donde alcanza la vista, parece teñido de oro al reflejar el sol. Las nubes se habían levantado hasta casi dejar a la vista el cielo azul, aunque por el momento nos conformamos con los rayos que caían por los huecos que se iban abriendo y con una bonita postal en blanco y negro del mar, la ciudad y la montaña.
Desde ese punto, al fin, dejamos de subir y anduvimos llaneando entre encinas esparcidas por la planicie rocosa pasando por antiguas casetas de carbonero, una tras otra, hasta llegar al pla de s'aljub, ahí nos encontramos con unas perfectas construcciones de un pequeño refugio y un aljibe muy bien ideado para conseguir y proporcionar agua tanto a animales como a las personas que se hicieron cargo de ese lugar. Mientras nos caían unas tímidas gotas de lluvia, seguimos nuestro camino hasta llegar a la pared norte del penyal des Migdia donde cambiamos las vistas del sur por las de la costa norte y las grandes fincas que se extienden junto a la carretera, entre el mar y Tramuntana.
Seguimos descendiendo entre el encinar que se va espesando y que en esta cara más sombría se llena de hierba espesa y verde que contrasta con la tierra oscura y las piedras grises hasta el punto de dibujar un paisaje de cuento y siguiendo el sendero que serpentea entre raíces y hojas caídas nos colamos entre dos grandes rocas que dan paso al pas den Benigne Palos que desciende hasta dar con una pared de piedra que superamos bajando por una escalerilla también construida en la misma pared y pocos minutos más tarde llegamos al coll de Sant Jordi.
Después de cruzar la barrera de metal comenzamos de nuevo a ascender, esta vez la comuna de Valldemossa.
Siguiendo ahora por un camino más ancho de piedras y tierra vamos dejando atrás la vegetación del collado y salimos poco a poco a la luz del día que parece ir mejorando minuto a minuto. A estas horas de mediodía el sol ha conseguido apartar muchas de las nubes que apagaban el día en la mañana y ahora consigue sacar casi todo el color a los paisajes que se abren frente a nosotros. A pesar de volver a agotarnos con un nuevo ascenso, el ir y venir del camino nos deja a cada paso una nueva vista espectacular, incluso a lo lejos mar adentro, se ven unas lluvias que ahora hasta disfrutamos.
Un rato después, mientras vemos el fin de la colina acercarse, aún nos quedaría un último gran esfuerzo en una subida casi en línea recta pendiente arriba, hasta poder respirar y alegrarnos de haber conseguido el punto más alto de esta excursión y aprovechando que el sol calentaba y el viento se había olvidado de zarandear esa zona, decidimos parar a comer.
Después de recuperar fuerzas y antes de que el fresco nos estropeara el descanso, continuamos el camino, ahora sí, en descenso.
A medida que bajábamos nos íbamos cubriendo de nuevo por las encinas hasta el punto de volver a rodearnos completamente de ellas y, de pronto, nos hayamos en un paisaje que valía el cansancio que nos había llevado hasta ahí.
El sendero que ahora se distingue claramente marcado por las paredes de piedra que nos acompañan, zigzaguea ladera abajo con un color oscuro y húmedo hinchado de agua que se recoge en varios aljibes repartidos entre las antiguas casetas que aún se encuentran aquí. La vegetación que lo cubre todo, nos lleva encandilados hasta disfrutar de las primeras vistas de Valldemossa que aparece, entre las hojas de los árboles, destacando sus campanarios pintados de azul.
Un poco más abajo y ya pasando junto a las primeras fincas, nos paramos un instante junto a la font de na Llambies y antes de salir del bosque y entrar en el pueblo, nos desviamos unos minutos para visitar el molí de sa Beata aunque por desgracia se encontraba vallado por el mal estado de conservación (aunque está en restauración)
Así pues, después de lo que parecía que sería una locura horas atrás cuando llegamos a Valldemossa, ahí estábamos caminando los últimos metros de esta corta pero muy bonita excursión en la que una miembra del grupo salvó su credibilidad jaja
Hasta la próxima pues que será ya la sexta etapa superando el ecuador de nuestra aventura con la GR221.
Víctor






Distancia: 11,78km
Tiempo: 4h 39min
Distancia total acumulada: 62km 190m
Tiempo total acumulado: 25h 14min

Mapa de la ruta, clicar al enlace
5a etapa GR221 - de Esporles a Valldemossa

Gráfica de altitud
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