Al fin pudimos hacer esta excursión que llevaba planificada desde el año pasado y que tuvimos que aplazar debido al viento que hacía aquel día, a pesar de ello, pudimos hacer una ruta "turística" de otros lugares de interés de la zona.
Aquí dejo el enlace a la crónica de aquel día: Crónica de un día en Pollença
El pasado sábado, repetíamos la ruta hasta Pollença que habíamos hecho hacía unas semanas y poco después de las 9 de la mañana ya recorríamos el camino correcto, esta vez sí, en dirección a Fartàritx.
A diferencia de la anterior vez, era una mañana agradable de invierno con una ligera bruma baja que recorría el valle entre Tramuntana en dirección al mar. Más arriba, se alza la Serra de Sa Coma que, a estas horas de la mañana, extiende su sobra sobre nosotros. Atrás el Puig de Maria nos recuerda nuestra anterior visita, al frente Sa Cuculla de Fartàritx, iluminada por el sol más arriba que Sa Serra, nos espera.
Después de pasar por las casas de Son Huguet como si fuéramos los dueños, ya que la ruta pasa por la misma puerta, nos adentramos en un encinar sombrío y poco a poco en ascenso caminamos por un camino que serpentea de un lado a otro de la ladera.
Estos tramos de encinar con esa tierra negra empachada de agua y cubierta de hojas caídas, hacen que cualquier ascenso sea un poco menos agotador, el sonido de nuestros pasos se silencia en el lecho blando y la falta de capacidad pulmonar hace que dejemos las ganas de charla para otro momento, aún así el estridente ruido de las sierras mecánicas en su tarea de cortar leña nos estropeó, en parte, el agradable paseo por el bosque.
Al poco de salir del tramo de encinas, ya con un paisaje más típico de los ascensos con carrizo, matas y roca, nos paramos a merendar. A estas alturas ya había aparecido tras la Cuculla la forma redondeada del puig Tomir que se alzará imponente durante todo el resto de la ruta.
Cuando, por fin, conseguimos guardar la cantidad de porquerías que llegamos a sacar para merendar, continuamos por el sendero en busca del siguiente punto de nuestra guía que eran las casas de Fartàritx Gran que parecían no llegar nunca hasta que alcanzamos el valle a los pies del puig.
Las casas están totalmente abandonadas aunque se reconoce alguna actividad entre paredes de piedra caídas y barreras oxidadas. Es un conjunto que en su día se dice que tuvo un peso importante en la agricultura de la zona aunque, ciertamente, a mi no me parecía que fuera el lugar ideal como para estar haciendo trayectos.
Así pues, dejando atrás Fartàritx Gran, cruzamos el valle hasta llegar a un pequeño conjunto de encinas enormes, quizá las más altas que haya visto, y cruzando entre ellas salimos ya junto a la pared del monte donde nos topamos con las primeras vistas de la bahía de Pollença.
A pesar de que el sol había ido levantando las nieblas matinales, aún no había conseguido despejar completamente la línea costera, los picos de Es Fumat, Sant Martí o La Victòria, ayudaban a reconocer las penínsulas de Formentor y Alcúdia, de la bahía de Alcúdia ni rastro aún, las bajas nubes la tapaban completamente hasta donde daba la vista.
Desde ese punto la pendiente se endureció mientras ascendíamos la ladera sur, paramos un instante junto a un balcón natural donde dimos cuenta de la altura que estábamos ganando y de ahí, poco después, pasábamos el pas des Frare que ya nos daba acceso a la planicie junto a la cima del monte. Con un último esfuerzo, conseguimos llegar a la fita más elevada.
Después de unas 3 horas de continuo ascenso pudimos disfrutar del espectáculo natural de la cima de la Cuculla de Fartàritx, las vistas eran espectaculares a todo nuestro alrededor. Hacia poniente se extendía Tramuntana con el puig Tomir como guardando el paso, a levante, la costa mallorquina salpicada de núcleos urbanos, playas y montes... sólo al sur quedaba desdibujada Mallorca fundiéndose con el cielo por las nubes que poco a poco iban absorbiendo el color que el sol había conseguido sacar a este día durante la mañana.
Ciertamente, nos alegramos de haber pospuesto esta ruta aquel ventoso día de diciembre ya que no hubiéramos disfrutado este lugar como se merece.
Poco después de inmortalizar el lugar y recobrar el aliento de la larga subida, comenzamos el descenso y, en parte, el regreso a casa. Apenas media hora después de dejar la cima, habiendo bajado por un talud de grava algo inestable, llegamos al paso más delicado de la ruta: es pas de s'All.
A primera vista, cuando nos íbamos acercando a la brecha en la roca y, a lo lejos, veíamos descender el fondo sin fin, la verdad es que imponía un poco, pero una vez llegados al borde, se reconocía claramente una ruta de descenso, eso sí, prácticamente vertical donde hay que ir bajando como si fuera una especie de escalera en la pared.
Unos 35 metros de bajada, decía la guía que llevábamos aunque pobre guía... pobre guía!. Es cierto que las hemos criticado mucho al no ser del todo exactas en algunas explicaciones o en el tiempo total que estiman para las excursiones pero este pobre pedazo de papel sufrió en manos de Pepi tal paliza que me encogió el alma por él. La excusa era que se había humedecido por el rocío de las plantas en la mañana, pero el caso es que tantas vueltas y tantos pliegues habían sido violados que más que un mapa, parecía un burdo panfleto publicitario de algún supermercado, pisado y roído, roto, mal doblado, deshecho y mojado. En ciertas ocasiones, dudaba que mi madre estuviera leyendo donde tocaba porque seguramente ya nos habíamos dejado parte de él por el camino y debía leer algún trozo arrancado y colocado en el lugar incorrecto. Ciertamente, espero que algún día reciclen ese mapa en una revista de National Geographic o en un diccionario, porque bien se lo ganó. Aix...
Bueno, una vez conseguido el descenso del paso, comenzamos un suave descenso por la falda del monte con la vista puesta en un corrillo de pinos y vegetación donde destacaba una solitaria palmera. Allá que caminábamos tan felices pensando en que ya teníamos la excursión casi masticada.
Poco después de llegar al Jardí de Fartàritx, que es como se conoce a dicho grupito de árboles, empezamos a "mosquearnos" de que la guía siempre nos orientaba hacia poniente cuando sabíamos que el coche lo teníamos hacia el mar, es decir, hacia levante.
Después de equivocarnos cruzando un sembrado y tener que recorrer unas centenas de metros en balde, llegamos a un desnivel que ninguno esperábamos, que era el lugar desde donde comenzar el descenso y el motivo de seguir caminando en dirección opuesta. Pasando por un estrecho sendero, comenzábamos un descenso entre la húmeda cara norte que cambiaba totalmente la perspectiva que teníamos. Desde la altura, a lo lejos, veíamos el curso del torrent de la Vall d'en Marc, junto al cual teníamos aparcado el coche, así que no teníamos la excursión tan finiquitada como parecía.
Bordeando la sombría ladera, cuidando los pasos que dábamos entre carrizo y piedras húmedas, íbamos descendiendo hacia el valle. Rodeamos el pico de piedra que la gravedad aún no ha conseguido conquistar llamado Es Ninot y poco después volvíamos a taparnos en un bosque de encina y pinar donde paramos a comer.
Se repitió el espectáculo de engullir porquerías que había tenido lugar en la merienda matinal, menos mal que primero comimos cosas decentes para no sentirnos del todo culpables aunque aquella fruta confitada fue escandalosa jejeje
Cuando conseguimos ponernos en marcha después de tales excesos, continuamos descendiendo entre pinares, hasta llegar al camino de las casas rurales junto al torrente, así pues, ya si que pensábamos que sólo nos restaba un corto tramo para acabar la ruta. Pero aún tuvimos que caminar 4km hasta llegar, por fin, al coche en los que, si no fuera por el ruido del correr del agua por el lecho pedregoso, se hubiera hecho francamente tedioso.
Fue una excursión muy bonita, variada en cuanto a paisajes y sobretodo con unas vistas preciosas desde la cima de Fartàritx. Genial empezar el año con un recorrido así.
Aquí dejo el enlace a la crónica de aquel día: Crónica de un día en Pollença
El pasado sábado, repetíamos la ruta hasta Pollença que habíamos hecho hacía unas semanas y poco después de las 9 de la mañana ya recorríamos el camino correcto, esta vez sí, en dirección a Fartàritx.
A diferencia de la anterior vez, era una mañana agradable de invierno con una ligera bruma baja que recorría el valle entre Tramuntana en dirección al mar. Más arriba, se alza la Serra de Sa Coma que, a estas horas de la mañana, extiende su sobra sobre nosotros. Atrás el Puig de Maria nos recuerda nuestra anterior visita, al frente Sa Cuculla de Fartàritx, iluminada por el sol más arriba que Sa Serra, nos espera.
Después de pasar por las casas de Son Huguet como si fuéramos los dueños, ya que la ruta pasa por la misma puerta, nos adentramos en un encinar sombrío y poco a poco en ascenso caminamos por un camino que serpentea de un lado a otro de la ladera.
Estos tramos de encinar con esa tierra negra empachada de agua y cubierta de hojas caídas, hacen que cualquier ascenso sea un poco menos agotador, el sonido de nuestros pasos se silencia en el lecho blando y la falta de capacidad pulmonar hace que dejemos las ganas de charla para otro momento, aún así el estridente ruido de las sierras mecánicas en su tarea de cortar leña nos estropeó, en parte, el agradable paseo por el bosque.
Al poco de salir del tramo de encinas, ya con un paisaje más típico de los ascensos con carrizo, matas y roca, nos paramos a merendar. A estas alturas ya había aparecido tras la Cuculla la forma redondeada del puig Tomir que se alzará imponente durante todo el resto de la ruta.
Cuando, por fin, conseguimos guardar la cantidad de porquerías que llegamos a sacar para merendar, continuamos por el sendero en busca del siguiente punto de nuestra guía que eran las casas de Fartàritx Gran que parecían no llegar nunca hasta que alcanzamos el valle a los pies del puig.
Las casas están totalmente abandonadas aunque se reconoce alguna actividad entre paredes de piedra caídas y barreras oxidadas. Es un conjunto que en su día se dice que tuvo un peso importante en la agricultura de la zona aunque, ciertamente, a mi no me parecía que fuera el lugar ideal como para estar haciendo trayectos.
Así pues, dejando atrás Fartàritx Gran, cruzamos el valle hasta llegar a un pequeño conjunto de encinas enormes, quizá las más altas que haya visto, y cruzando entre ellas salimos ya junto a la pared del monte donde nos topamos con las primeras vistas de la bahía de Pollença.
A pesar de que el sol había ido levantando las nieblas matinales, aún no había conseguido despejar completamente la línea costera, los picos de Es Fumat, Sant Martí o La Victòria, ayudaban a reconocer las penínsulas de Formentor y Alcúdia, de la bahía de Alcúdia ni rastro aún, las bajas nubes la tapaban completamente hasta donde daba la vista.
Desde ese punto la pendiente se endureció mientras ascendíamos la ladera sur, paramos un instante junto a un balcón natural donde dimos cuenta de la altura que estábamos ganando y de ahí, poco después, pasábamos el pas des Frare que ya nos daba acceso a la planicie junto a la cima del monte. Con un último esfuerzo, conseguimos llegar a la fita más elevada.
Después de unas 3 horas de continuo ascenso pudimos disfrutar del espectáculo natural de la cima de la Cuculla de Fartàritx, las vistas eran espectaculares a todo nuestro alrededor. Hacia poniente se extendía Tramuntana con el puig Tomir como guardando el paso, a levante, la costa mallorquina salpicada de núcleos urbanos, playas y montes... sólo al sur quedaba desdibujada Mallorca fundiéndose con el cielo por las nubes que poco a poco iban absorbiendo el color que el sol había conseguido sacar a este día durante la mañana.
Ciertamente, nos alegramos de haber pospuesto esta ruta aquel ventoso día de diciembre ya que no hubiéramos disfrutado este lugar como se merece.
Poco después de inmortalizar el lugar y recobrar el aliento de la larga subida, comenzamos el descenso y, en parte, el regreso a casa. Apenas media hora después de dejar la cima, habiendo bajado por un talud de grava algo inestable, llegamos al paso más delicado de la ruta: es pas de s'All.
A primera vista, cuando nos íbamos acercando a la brecha en la roca y, a lo lejos, veíamos descender el fondo sin fin, la verdad es que imponía un poco, pero una vez llegados al borde, se reconocía claramente una ruta de descenso, eso sí, prácticamente vertical donde hay que ir bajando como si fuera una especie de escalera en la pared.
Unos 35 metros de bajada, decía la guía que llevábamos aunque pobre guía... pobre guía!. Es cierto que las hemos criticado mucho al no ser del todo exactas en algunas explicaciones o en el tiempo total que estiman para las excursiones pero este pobre pedazo de papel sufrió en manos de Pepi tal paliza que me encogió el alma por él. La excusa era que se había humedecido por el rocío de las plantas en la mañana, pero el caso es que tantas vueltas y tantos pliegues habían sido violados que más que un mapa, parecía un burdo panfleto publicitario de algún supermercado, pisado y roído, roto, mal doblado, deshecho y mojado. En ciertas ocasiones, dudaba que mi madre estuviera leyendo donde tocaba porque seguramente ya nos habíamos dejado parte de él por el camino y debía leer algún trozo arrancado y colocado en el lugar incorrecto. Ciertamente, espero que algún día reciclen ese mapa en una revista de National Geographic o en un diccionario, porque bien se lo ganó. Aix...
Bueno, una vez conseguido el descenso del paso, comenzamos un suave descenso por la falda del monte con la vista puesta en un corrillo de pinos y vegetación donde destacaba una solitaria palmera. Allá que caminábamos tan felices pensando en que ya teníamos la excursión casi masticada.
Poco después de llegar al Jardí de Fartàritx, que es como se conoce a dicho grupito de árboles, empezamos a "mosquearnos" de que la guía siempre nos orientaba hacia poniente cuando sabíamos que el coche lo teníamos hacia el mar, es decir, hacia levante.
Después de equivocarnos cruzando un sembrado y tener que recorrer unas centenas de metros en balde, llegamos a un desnivel que ninguno esperábamos, que era el lugar desde donde comenzar el descenso y el motivo de seguir caminando en dirección opuesta. Pasando por un estrecho sendero, comenzábamos un descenso entre la húmeda cara norte que cambiaba totalmente la perspectiva que teníamos. Desde la altura, a lo lejos, veíamos el curso del torrent de la Vall d'en Marc, junto al cual teníamos aparcado el coche, así que no teníamos la excursión tan finiquitada como parecía.
Bordeando la sombría ladera, cuidando los pasos que dábamos entre carrizo y piedras húmedas, íbamos descendiendo hacia el valle. Rodeamos el pico de piedra que la gravedad aún no ha conseguido conquistar llamado Es Ninot y poco después volvíamos a taparnos en un bosque de encina y pinar donde paramos a comer.
Se repitió el espectáculo de engullir porquerías que había tenido lugar en la merienda matinal, menos mal que primero comimos cosas decentes para no sentirnos del todo culpables aunque aquella fruta confitada fue escandalosa jejeje
Cuando conseguimos ponernos en marcha después de tales excesos, continuamos descendiendo entre pinares, hasta llegar al camino de las casas rurales junto al torrente, así pues, ya si que pensábamos que sólo nos restaba un corto tramo para acabar la ruta. Pero aún tuvimos que caminar 4km hasta llegar, por fin, al coche en los que, si no fuera por el ruido del correr del agua por el lecho pedregoso, se hubiera hecho francamente tedioso.
Fue una excursión muy bonita, variada en cuanto a paisajes y sobretodo con unas vistas preciosas desde la cima de Fartàritx. Genial empezar el año con un recorrido así.
Aquí dejo el álbum de fotos, como siempre, clicar en la imagen para acceder.
Hasta la próxima!
Distancia total: 14,67km
Tiempo total: 6h 54min
Mapa de la ruta, clicar al enlace