miércoles, 15 de enero de 2014

Crónica de un día en Pollença

Aquel pasado 26 de diciembre, teníamos prevista la excursión que, finalmente, pasó a ser la primera de este recién estrenado 2014.
De buena mañana salíamos de Felanitx en dirección a Tramuntana, como otras tantas veces. El día se alzaba gris aunque no amenazaba lluvia, eso sí, al saltar del coche, a eso de las 9 de la mañana, nos dimos cuenta que el problema principal sería el fortísimo viento que soplaba.
Aún así, dábamos nuestros primeros pasos, ya por el camino equivocado hasta que en la cabeza de Pepe saltaron todas las alarmas y sirenas posibles... quizá habíamos dejado el coche sin cerrar, vuelta atrás. Bien, pues con la excusa de esperar al chófer, la cabecita de la señora Pepi, no tuvo otra genial idea que sembrarse junto a un pobre señor que cerraba el corralillo de su casa y, pasado el cordial bon dia que llamó la atención del buen hombre, pasaban los segundos de un incómodo silencio donde se oían los pensamientos de cada uno de los presentes:
Señor: què putes volen aquests dos aquí sense dir res...?
Víctor: pero qué cojones hace? di algo o vámonos!! qué vergüenza...
Pepi: tralaralariii tralaralaraaaa tiruriii tiruraaa...
Menos mal que la maquinaria del cuerpo humano consiguió encender aquella solitaria neurona aletargada, mandar un diminuto impulso que, después de rebotar en el cerebro (eco ecoo ecooo) hizo reprender la conversación que, a pesar de ser del todo innecesaria, nos evitó caminar más por aquel camino que no era el correcto.
Como suele pasar a menudo en la historia, muchas cosas buenas se descubren por golpes de suerte, enhorabuena mumare! jeje
Aix, después de este comienzo tan accidentado y apenas un par de pasos ya en el camino correcto y mientras fijábamos la vista en la cima que debíamos alcanzar, decidimos que ciertamente, no era el día adecuado para una ruta como esa. Así pues, después de proponer varias alternativas, decidimos visitar varias localizaciones que nos ofrecía el entorno del pueblo de Pollença.
Lo primero que hicimos fue subir al puig de Maria que habíamos dejado justo al otro lado del pueblo. Con el fuerte viento soplando incesante durante toda la subida, después de casi una hora, llegábamos a la explanada del monasterio. A primera vista parece ser como muchas de esas construcciones situadas en estas pequeñas elevaciones, diminutas capillas siempre cerradas y vacías de visitantes que, tiempo atrás, dibujaron un amplio mapa religioso por toda la isla.
Después de buscar una pared con la que resguardarnos del viento, que encontramos, afortunadamente, con vistas a la bonita costa de levante, nos sentamos a merendar.
El sol se asomaba tímidamente cuando ya nos decidimos a reemprender la marcha, por curiosidad buscamos la entrada al conjunto de edificaciones y cual fue nuestra sorpresa al encontrarnos con un lugar cuidadosamente conservado, rehabilitado para reuniones y comidas en un amplio comedor preparado para cocinar y encender una cálida fogata, además de una pequeña exposición de objetos hallados y antiguos, pinturas... La capilla en si es una bonita estancia decorada y adecuada para la oración como es debido y todo en absoluta pulcredad. Después del buen café, retomamos la bajada hasta llegar de nuevo a la carretera y después de un corto trayecto, llegamos a nuestro segundo lugar de visita: el puente romano.
Es una bonita construcción de esas que enseguida reconoces después de haber visto los carteles, salta a la vista tan austera vía que une las dos veredas del Torrent de la Vall d'en Marc y ridiculiza el próximo puente de feo metal y hormigón que se haya a escasas decenas de metros.
Después de hacer las obligadas fotos desde dentro y fuera del torrent, pensamos en subir hasta El Calvari que se indicaba desde allí mismo.
Precisamente, las indicaciones nos llevaron por el ascenso dedicado a los coches y no por la larga escalera por la que mi querida madre quería subir. Como todo el mundo sabe, el camino que asciende a estos citados lugares siempre va acompañado de unas estaciones o cruces en este caso, que simbolizan el calvario de Jesús en su camino al Monte de los Olivos. No tenía a mi madre por una persona muy religiosa, pero... ¡vaya calvario nos dio! toda la subida protestando por no haber subido por la escalera que ella quería... aix mumare... hasta 14 cruces contamos, y eso que suelen ser 12, estoy seguro que las iban sembrando a cada protesta que espetaba la señora...
Bueno, superada la subida y visitada la diminuta capilla, bajamos por la deseada escalera.
Ciertamente era infinitamente más atractiva que la cuesta asfaltada pero también hay que decir que para disfrutarla vale más bajarla que subirla ya que es una larguísima senda empedrada, escoltada de altos cipreses que pone fin a la vista en el campanario de la iglesia allá por el centro del pueblo. Y esa dirección seguimos una vez llegados al final de la escalera, cruzamos por las letjas calles de Pollença, pasando por la letja plaza junto a la iglesia, hasta llegar de nuevo junto al puente romano.
Entre una cosa y otra, era casi hora de comer y para aprovechar lo que habíamos preparado para la excursión, decidimos acercarnos hasta Cala Sant Vicenç a comer y a disfrutar de lo único bueno del ventoso día: el embate del mar.
A poco de dejar Pollença, llegamos al núcleo costero, que exhibe una nueva muestra de esos numerosos lugares de Mallorca que se urbanizaron con el boom turístico hace décadas y así se han quedado, con mínimos cuidados e imperceptibles cambios que la mayoría de veces crean un choque arquitectónico horroroso, mostrando una cara anticuada y obsoleta del lugar. Aún así, la imponente silueta del Cavall Bernat atrapaba casi todas las miradas, a sus pies, el mar parece intentar mover la pared a empujones que se deshacen en un estallido de espuma blanca que no puede hacer más que acariciar la roca hasta que ésta la devuelve al mar.
Así, rodeados del ruido armonioso de la naturaleza, nos acurrucamos junto a un viejo embarcadero para comer y antes de que el frío llegara a los huesos, volvíamos al coche para regresar a casa.

Un día que comenzaba con bastante mala cara, acabó siendo una variada y atractiva visita a Pollença y sus alrededores con los que pudimos echar el cierre excursionista al 2013.

Aquí dejo el álbum de fotos, como siempre, clicar en la imagen para acceder.
Hasta la próxima!

2 comentarios:

  1. Hola:
    solo dos cosas exagerao y extentiso

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  2. jajaja estentiso puede ser, no lo niego pero exagerado nada de nada, yo sólo expongo los hechos con absoluta fidelidad :)

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